Enfrentar el evento de la muerte de un ser querido, aunque seamos personas muy espirituales suele ser complejo, doloroso y difícil. Es quizás uno de los momentos que más cuesta superar.
Viví terriblemente ese dolor desde el día en que mi papá partió de esta vida, su cuerpo ya estaba demasiado maltrecho a causa de una larga y triste enfermedad que atravesó con una entereza increíble, dando todo el tiempo muestras de su enorme fe desde la sincera aceptación de su devastadora enfermedad, por momentos en vez de consolarle nosotros era él quien nos daba apoyo, fortaleza y conformidad. Arrastré ese dolor por años y mantuve un dilema enorme cuestionando a Dios porqué le toco sufrir esa cruel enfermedad que le fue desgastando y destruyendo día a día. ¿Por qué tuvo que partir cuando aun le hubieran quedado bastantes anos de vida entre nosotros? Era inevitable confrontar a Dios, me llenaba de coraje de rebeldía ante la realidad no asimilada de esa muerte. Era una lucha interna sumamente difícil y conflictiva que me me hacia mucho daño a nivel espiritual a pesar de mis creencias religiosas y de mi espiritualidad. Llegó un momento en que fui necesitando buscar paz y la encontré a través de la meditación y de la oración. Poco a poco la meditación cobró una importancia mayor en mi rutina diaria. La meditación empezó a darme experiencias profundas en que podía conectarme con el mundo espiritual y recibir guías y ayudas no solo para mi sino para los seres especiales que conforman mi mundo mas personal. Un día a través de una profunda meditación en medio del silencio más absoluto, tuve una experiencia transcendental que cambió mi vida totalmente, sentí la presencia de mi padre quien me dijo estas palabras: “Hija, Dios te bendice, yo estoy feliz, déjame proseguir y se tu también feliz” Su rostro estaba rodeado de una luz blanca resplandeciente sumamente brillante. Hoy siento que yo atraje esa experiencia espiritual, de hecho pedía en mis oraciones la forma de erradicar ese dolor que parecía superado pero que seguía vivo dentro de mi haciendo mucho daño. A partir de ese encuentro con mi padre, comencé a sanar, encontré una auténtica y consistente paz y confirmé cuan real y grandioso es ese Poder Superior Divino en el cumplimiento de nuestras intenciones si van acompañadas de una fe absoluta y de una verdadera fe. Es maravillosa y esperanzadora la forma en que hoy puedo entender y afrontar el tema de la partida de esta vida. Pude dejar ir a mi padre y aun así aunque parezca contradictorio es cuando más cerca le siento de mí, sé que me cuida y me guía y esta ahí junto a mi ángel guardián, especialmente cuando tengo una preocupación o una decisión importante y necesito luz que alumbre el sendero. Él ahora vive felizmente en mi corazón. Por fin le dije adiós a mi padre, en el sentido humano, desde ese momento pude lograr una grandiosa sensación de liberación y a la misma vez adquirí una nueva concepción de la muerte . Aun mi madre está conmigo, pero sé que cuando le llegue el momento de emprender su viaje aunque exista una natural tristeza por echarla de menos en el día a día, podré sin embargo afrontar el proceso desde otra perspectiva y estaré mejor preparada para dejarla partir serena y apaciblemente, a fin de cuentas es cuestión de tiempo, lo de ir al viaje hacia la otra dimensión pues tarde o temprano lo emprenderemos cuando nos llegue el momento. Namasté.
Viví terriblemente ese dolor desde el día en que mi papá partió de esta vida, su cuerpo ya estaba demasiado maltrecho a causa de una larga y triste enfermedad que atravesó con una entereza increíble, dando todo el tiempo muestras de su enorme fe desde la sincera aceptación de su devastadora enfermedad, por momentos en vez de consolarle nosotros era él quien nos daba apoyo, fortaleza y conformidad. Arrastré ese dolor por años y mantuve un dilema enorme cuestionando a Dios porqué le toco sufrir esa cruel enfermedad que le fue desgastando y destruyendo día a día. ¿Por qué tuvo que partir cuando aun le hubieran quedado bastantes anos de vida entre nosotros? Era inevitable confrontar a Dios, me llenaba de coraje de rebeldía ante la realidad no asimilada de esa muerte. Era una lucha interna sumamente difícil y conflictiva que me me hacia mucho daño a nivel espiritual a pesar de mis creencias religiosas y de mi espiritualidad. Llegó un momento en que fui necesitando buscar paz y la encontré a través de la meditación y de la oración. Poco a poco la meditación cobró una importancia mayor en mi rutina diaria. La meditación empezó a darme experiencias profundas en que podía conectarme con el mundo espiritual y recibir guías y ayudas no solo para mi sino para los seres especiales que conforman mi mundo mas personal. Un día a través de una profunda meditación en medio del silencio más absoluto, tuve una experiencia transcendental que cambió mi vida totalmente, sentí la presencia de mi padre quien me dijo estas palabras: “Hija, Dios te bendice, yo estoy feliz, déjame proseguir y se tu también feliz” Su rostro estaba rodeado de una luz blanca resplandeciente sumamente brillante. Hoy siento que yo atraje esa experiencia espiritual, de hecho pedía en mis oraciones la forma de erradicar ese dolor que parecía superado pero que seguía vivo dentro de mi haciendo mucho daño. A partir de ese encuentro con mi padre, comencé a sanar, encontré una auténtica y consistente paz y confirmé cuan real y grandioso es ese Poder Superior Divino en el cumplimiento de nuestras intenciones si van acompañadas de una fe absoluta y de una verdadera fe. Es maravillosa y esperanzadora la forma en que hoy puedo entender y afrontar el tema de la partida de esta vida. Pude dejar ir a mi padre y aun así aunque parezca contradictorio es cuando más cerca le siento de mí, sé que me cuida y me guía y esta ahí junto a mi ángel guardián, especialmente cuando tengo una preocupación o una decisión importante y necesito luz que alumbre el sendero. Él ahora vive felizmente en mi corazón. Por fin le dije adiós a mi padre, en el sentido humano, desde ese momento pude lograr una grandiosa sensación de liberación y a la misma vez adquirí una nueva concepción de la muerte . Aun mi madre está conmigo, pero sé que cuando le llegue el momento de emprender su viaje aunque exista una natural tristeza por echarla de menos en el día a día, podré sin embargo afrontar el proceso desde otra perspectiva y estaré mejor preparada para dejarla partir serena y apaciblemente, a fin de cuentas es cuestión de tiempo, lo de ir al viaje hacia la otra dimensión pues tarde o temprano lo emprenderemos cuando nos llegue el momento. Namasté.
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