Atributo: Dios infinitamente bueno.
Ángel
#63.
Planeta:
Venus.
Coro
Angélico: Virtudes.
Sefiráh:
Netzaj.
Horario
de regencia: de 18 a 19:20 horas.
Se lo
invoca para:
·
Curar enfermedades y mantener buena
salud.
·
Protección contra accidentes.
·
Tener prosperidad en la actividad
profesional.
·
Ayudarnos a encontrar la verdadera
espiritualidad y tener sabiduría.
Los
nacidos bajo su regencia:
Los
nacidos bajo su regencia tienen un espíritu sutil, sagaz e inventivo. Su
conciencia sólo producirá palabras y acciones verdaderas. Será un excelente
intermediario entre el cielo y la tierra. Por su gran iluminación comprenderá
los misterios existentes en las relaciones entre todas las cosas. Es un gran
iniciado y ya ha practicado la magia para bien de la humanidad. Será ávido por
conocimientos, teniendo aprecio por estudios y lecturas. Consigue adaptarse
fácilmente a cualquier ambiente situación, no preocupándose por la seguridad.
Su inteligencia crítica, simbólica y ordenada será la causa de que tenga
dificultades para encontrar sus compañeros ideales. No se preocupará por
dolencias físicas pues vive de acuerdo a la máxima de: “en cuerpo sano, mente
sana”. Cuando eventualmente aparezcan dolencias tiende a curarse sólo.
ANAUEL: ‘UN GRAN
NEGOCIO’
La
riqueza de Hod había crecido considerablemente en los últimos años. Sus
habitantes eran hábiles comerciantes y entre ellos el mas sobresaliente era
Anauel, un rico banquero que con talento había conseguido amasar una enorme
fortuna.
Había
prosperado tanto en sus negocios que muchos despertaron una vil envidia que les
llevó incluso a planear accidentes donde con un poco de suerte, pudiera perder
la vida.
Pero
la fortuna no tan solo le sonreía en los negocios. Anauel parecía tener un
pacto hecho con el cielo, pues a pesar de lo bien planeados que estaban los
accidentes, de nada servirían, el joven banquero ni tan siquiera se llegó a
enterar de aquellos intentos de asesinato.
Todos
se preguntaban cuál sería el secreto que le hacía ganar tanto dinero. La verdad
es que no se trataba de ningún misterio. Anauel era inteligente, muy
inteligente, y sabía bien vender su género. Nunca mentía, pero tenía un arte
especial, un don mágico para convencer al cliente de que su producto era el
mejor.
Pero no todo se puede tener en la vida, lo que para muchos , aquella riqueza
hubiese sido suficiente razón para sentirse feliz, para Anauel no acababa de
satisfacerle.
Quería
hacer algo importante, un gran negocio.
El
destino pareció leer sus pensamientos, y cierto día, llegó hasta el pueblo un
mensajero real con un edicto urgente:
“Su
Majestad el rey Log, anuncia que a partir del próximo Sol, los impuestos
subirán para poder cubrir los gastos reales. El que incumpliese esta orden será
obligado a ello”.
Aquella
nota despertó una protesta general en todo el pueblo de Hod. Desconocían a que
era debida aquella medida, pero no estaban dispuestos a ser avasallados de esa
forma.
El
consejo de comerciantes se reunió con el propósito de buscar una solución. Tras
muchas horas de hablar y hablar, fue Anauel quien tomó la palabra y dijo:
-
Seré yo quien vaya a palacio y averiguare lo que sucede. Mi reputación me
asegurara una audiencia con el rey en la cual intentare convencerle de su
error.
Todos
aprobaron aquella propuesta, pues vieron la oportunidad de matar dos pájaros de
un tiro. Pensaron que tal vez no volverían a verle y ello significaba acabar
con su mas fuerte rival.
Anauel
llego al palacio y como él pensó, su nombre le abrió las puertas. Seria
recibido por el rey Log.
-
Majestad, en el rico pueblo de Hod no comprendemos porque es necesario subir tanto
los impuestos -explico Anauel -.
-
Los últimos gastos de palacio han arruinado mis arcas. Nada tengo, ni tan
siquiera para poder alimentarnos –contesto afligido el rey -.
-
¿Como es que estáis en la ruina, si las arcas recaudaron una importante cantidad?,
yo mismo ofrecí un importante donativo -dijo el joven -.
-
Recibí de los condados una petición de dinero. Decían que iban a custodiar el
palacio de las hordas enemigas. Accedí gustosamente a ello, pero no tan solo no
me han defendido, sino que entre ellos ha estallado la guerra.
-
Debéis imponer vuestra autoridad y debéis hacerlo uniendo todos los condados en
uno. Todos deben vivir un mismo suelo y hablar una sola lengua. Todos deben dar
fe a un mismo rey y defender como un solo brazo su reino. Ese es el secreto de
la riqueza. Que vuestro mensaje los cure de su mal, de su ambición, de sus
deseos egoístas que les lleva a la división y a la guerra. Que vuestra voz, sea
lucida y sensata y no caigáis en la locura de prodigar vuestra riqueza para
financiar vanas empresas.
Dejad
que mi oro sirva para unir todos los condados en una sola nación.
Así
fue, como aquel hábil comerciante pudo realizar el mayor negocio de todos los
tiempos. Sus riquezas sirvieron para sanar a un pueblo que estaba enfermo y que
desde aquel día dejaría de estarlo.
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