jueves, 3 de julio de 2014

Ángel Jeliel 25 de octubre.

Coro: Serafines, Ángeles al servicio de Kether-Voluntad.
Lo que otorga:
Fecundidad.
Restablecimiento de la paz entre esposos. Fidelidad conyugal.
Fidelidad a lo superior, a los gobernantes y reyes.
Calma las sediciones populares.
Abandono del celibato.
Lección: Utilizar el pensamiento para superar situaciones emocionales que dominan. Vencer los apegos y vicios materiales.
Nombre en latín: Deux Auxiliator
Significado: La ayuda de Dios
Atributo: Dios que socorre.
Planeta Neptuno.
Sefiráh: Keter.
Horario de regencia: de 0:20 a 0:40 horas.
Se lo invoca para:
Obtener victoria contra quienes nos atacan injustamente.
Calma revueltas populares y alinea el comportamiento de los gobernantes.
Restablece la paz entre los esposos y la fidelidad conyugal.
Restablece la armonía entre empleados empleadores.
Cita bíblica:
Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros.
Salmo 22:20
Los nacidos bajo su regencia:
Gusta de hacer todo de forma rápida y cuando es pequeño generalmente no tiene paciencia para oír a los profesores porque le parece que las informaciones ya están en su mente. Tiene desde pequeño intuición para ver lo que es correcto y lo que es errado. En su interior, también desde pequeño, sabe que no está en la tierra porque sí. Y sabe que su familia es Kármica, sintiendo por esto cierta obligación en ayudarlos. Extremadamente amoroso, exalta la verdad y el amor fraterno universal. Sus emociones superiores son tan fuertes que a través de estas entra en contacto con su Ángel de regencia. Nunca se deja influenciar negativamente y tiene sobriedad para dominar cualquier tipo de situación. Es portador de paz, donde existe un conflicto, defiende la verdad y detesta la violencia. Adora los animales, ama las flores y a toda la naturaleza. Las personas lo consideran como mágico, gracias al buen humor con el cual resuelve todas las situaciones. Es un poco vanidoso y le gusta andar siempre a la moda.
Si dos personas están enfrentadas porque ambas creen tener razón y no pueden aceptar la parte de verdad que hay en el otro, el serafín JELIEL las acerca, “obligándolas” a dejar atrás la tozudez. Este serafín ayuda especialmente a mantener la armonía conyugal y es quien lleva la paz donde hay conflicto, la verdad donde hay error y amor universal para superar prejuicios de todo tipo.
Jeliel: “La Nueva Esencia”
En el Gran Libro de los Misterios, donde se recoge fielmente el paso de los tiempos, está escrito en letras de oro una hermosa leyenda que sucedió hace ya muchos, muchos años, tantos que su recuerdo se funde en el acontecer de los días. Dejad que os cuente lo que mis ojos pudieron leer afortunadamente en ese Manuscrito Sagrado…
Sucedía entonces el segundo día Cósmico, y los obreros trabajaban infatigables en la construcción de un majestuoso templo. Debían darse prisa, pues era voluntad del rey, el Supremo Kether, que su hijo Jeliel, el más diestro y hábil de los guerreros, se desposara, en la magia del secreto, con la adorable Hochmah, princesa de la Luz.
Y así seria, pues al cabo de dos lunas, Jeliel y Hochmah se desposaron sellando su unión con un ritual mágico inspirado por los Dioses en la emanación de una nueva esencia llamada Amor.
Kether, el viejo y noble soberano, dejo feliz su reino en manos de su hijo, y busco la paz de sus últimos días en el cobijo de la meditación, retirándose en la soledad que le ofrecía el templo. Desde entonces, seria Jeliel quien gobernaría junto a su hermosa y sabia esposa Hochmah.
Kehoch, la ciudad oculta, daba cobijo a un pueblo habitado por almas impetuosas, enérgicas y ardientes, bregados en el arte de colonizar, y por ello sus hombres eran expertos guías y magníficos aventureros.
Pero los tiempos habían cambiado y tras muchos años de ir de acá para allá, una parte del pueblo se sintió cansado, y ello les llevo a solicitar una audiencia con el monarca.
- He sido informado ampliamente por los consejeros de vuestra voluntad de no querer emprender nuevas aventuras, y no puedo evitar mostrar mi descontento. Sabéis que aún quedan nuevas tierras por conquistar, nuevos horizontes sin explorar, y me pedís que renuncie a hacerlo. ¿Cómo podéis explicarme esto? -les refirió Jeliel muy enojado-.
- Majestad, durante años hemos trabajado incansables para vuestro Padre, el Gran Kether, y las fronteras de Kehoch casi no tienen límites. Vuestro poder gobierna sobre todas las tierras, y sin embargo, ¿quién las habita? No tenemos tiempo. Cuando las conquistamos nos vemos obligados a abandonarlas para conquistar otras nuevas. Sabed que nuestra voluntad se siente llamada a echar raíces. Hemos sentido una voz interior que nos habla y nos dice: uniros como vuestro rey y vuestra reina se han unido, y hacedlo en el templo, bajo la magia del secreto.
Esas fueron las palabras de un pueblo que sentía que algo importante había cambiado en sus vidas.
- ¡No! no puedo permitir esa locura -grito con ira Jeliel-.
Pero aquella respuesta llevaba en ella la semilla de la división, pues su esposa Hochmah se sentía atraída por la misma voz que hablaba a su pueblo, y el rey no queriendo romper sus compromisos, decidió abandonarla.
Cuando la noticia fue conocida por los fieles hombres del reino, no pudieron evitar sentir en su pecho una profunda rabia.
- Debemos evitarlo -grito una exaltada voz.
- Si, debemos hacerlo -acompañaron otros muchos en el mismo tono-.
El palacio se vio asediado por los mismos hombres que un día lo habían custodiado. El pueblo se había levantado contra la voluntad y el sometimiento del rey tirano. Sin embargo, Jeliel llevaba sangre divina en sus venas y su mente recibió un rayo de luz que le hizo comprender que con su enérgico comportamiento se estaba oponiendo a la Voluntad Divina.
Aquella Luz le hizo evidenciar el poder de la Nueva Esencia, el Amor. Desde entonces, su voluntad no fue otra que la de compartirlo con su esposa y su pueblo.


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