Cuando digo sueño… se apodera de mi la ilusión de no ser y de no ver. Cuando digo despierto… se apodera de mí la realidad de todo momento, el instante presente y eterno que compone la sinfonía de mi ahora. Cuando digo Luz… los árboles se iluminan y las estrellas derraman lágrimas de rocío al amanecer, y el viento me regala caricias en el rostro y susurros de hadas que cantan mi nombre y el nombre de mi primera casa. Cuando digo tiempo…, todo se vuelve pesado y lento, y caduco…, el campo se vuelve verde y después se llena de flores, y luego coge el color de la tierra, y después se torna amarillo, y de nuevo verde… Cuando digo amo… me brillan los ojos y el aire me sonríe, y me sonríe la vida y el rostro de cada hermana y hermano que se cruza en mi camino, y siento los abrazos en la distancia y en la cercanía de lo físico, y en la ternura del ángel verde que me ofrece una flor para que la contemple y la huela. Cuando digo río… no río me convierto en carcajada, en puente de colores que une corazones, que los transporta en una nube y lloran porque la risa y la dicha del eterno momento de humor chispeante son incontenibles. Cuando digo hola… te saludo a ti en lo más profundo de ti, y mi alma se identifica con la tuya y te quiere, y te ve en lo que eres más allá de lo que pareces ser, porque mi corazón se une al tuyo en la más sutil de las comunicaciones. Cuando digo abrazo te rodeo con mi mirada y te toco con mis sentimientos, y te introduzco dentro de mi para quererte siendo yo, y acunarte siendo yo, y dejarme sentir por ti siendo tu. Cuando digo te quiero te quiero con toda mi alma, y con toda mi alma te siento, y con toda mi alma me dejo querer por ti aunque estés lejos, aunque tu vida y tus sueños, tus alegrías, tus esperanzas y tu corazón herido camine otros espacios, haga otros caminos, visite otros tiempos…, aunque tus luces sean otras luces y tu corazón sienta otros corazones… Pero cuando digo te quiero te quiero tan profundamente… Cuando digo vida irrumpen olas de sonrisas en mi días, el jardín de las amapolas y las vinagretas se llena de pajarillos, la fuente de las maravillas brota por doquier y los caminos se llenan de torrentes de agua cristalina. Y todo habla: El murmullo del agua entre las rocas, el suspiro del viento entre las ramas, el encaje de nubes que muestra la sutil esencia de la luz en sus perfiles… Y la Luna se convierte en el sol de la noche que es. Y mi corazón palpita en cada corazón, en cada piedra, en cada camino que camino sin andar, en cada mirada y en cada mano extendida buscando una mano. Y es que las palabras están vivas, como luces de colores dichosos que expresan el más sutil de los sentidos en cada tono, en cada matiz, en cada letra, como cálices que contienen esencias de flores inexistentes, como cristales que contienen luz y luces que contienen alma, y vidas que contienen tiempos y tiempos que se estiran como historias que se viven solas a la espera de ser contadas. La palabra es magia. La palabra es luz. La palabra es vida. Escrito por Miguel Ángel del Puerto
No hay comentarios:
Publicar un comentario