Atributo:
Dios que da alegría.
Planeta:
Júpiter.
Coro
Angélico: Dominaciones.
Sefiráh:
Jesed.
Horario
de regencia: de 13 a 13:20 horas.
Se lo invoca para:
·
Liberarnos
de nuestra prisión interna.
·
Tener
consuelo ante las adversidades.
·
Liberarnos
de enemigos y vicios.
·
Liberarnos
de la depresión y el pánico.
Los nacidos bajo su regencia:
El
que nace bajo su regencia amará la lectura, las ciencias y todo conocimiento de
modo general. Tendrá ideas brillantes y sentimientos sublimes. Gracias a su
inteligencia podrá ocupar una posición de destaque en la sociedad, porque al
ser dotado de una extrema auto confianza será indicada a la asumir puestos de
liderazgos. Comprenderá rápidamente los problemas de los otros pero sólo les
dirá lo necesario, sabiendo inclusive que algunos no merecen su ayuda. Es
descuidado en relación al dinero pero nunca le falta piensa que por amor todo
vale la pena. Sólo se casará por amor, esperando que su afecto sea retribuido.
Tendrá una mente imaginativa, memoria fotográfica, a pesar de no aceptar
demasiado su propia percepción. Sus conclusiones serán más intuitivas que
elaboradas por una lógica. Podrá hacer muchos viajes, muchas ciudades
diferentes mostrando en cada lugar su presencia, la riqueza de su personalidad
y la nobleza de su carácter.
Cita bíblica:
Y mientras cantan y bailan, dicen:
«En ti se hallan todos mis orígenes.»
«En ti se hallan todos mis orígenes.»
Salmo 87:7
IEIAZEL:
‘UN CORAZON LIMPIO’
Los
ojos del rey Irol estaban dolidos por el llanto. Durante siete largos ciclos de
la luna, no había cesado de llorar la desgracia que afligía su corazón.
Lamentaba la crueldad del destino y no perdonaba las malas artes de Agatan, la
bruja que había secuestrado a su única y amada hija.
Irol
había ofrecido grandes riquezas a quien lograse salvarla de la indeseable
Agatan, pero los poderes de esta hechicera pusieron fin a todas las tentativas de
los valientes caballeros que uno a uno fueron hechos prisioneros.
La
desesperación del rey era cada vez mayor. Estaba dispuesto a ofrecer su reino
si a cambio de ello conseguía tener a su lado de nuevo a su hija.
Agatan
viendo la desolación de Irol le ofreció un trato. Liberaría a su hija la
princesa Azar a cambio de todo su reinado.
Irol
que era presa de la locura, estaba dispuesto a ello, pero sus Consejeros se lo
impidieron, pues sabían que si el reino caía en manos de Agatan, aquello
significaría el fin de todos los pueblos, los cuales caerían en manos de su
brujería, quedando para siempre como sus prisioneros.
-
No podéis ceder Majestad. Pensad en vuestro pueblo, lo abandonareis en manos de
la malvada Agatan -le expreso uno de sus consejeros -.
-
Pero mi hija Azar, que le ocurrirá si no cedo al trato de Agatan? Permanecerá
prisionera en las mazmorras del tétrico castillo donde habita la hechicera
-argumento apesadumbrado el rey Irol -.
-
Debemos tener valor amado rey -dijo otra voz-. Es el único poder contra el que
Agatan no podrá hacer nada. Si tanto es su poder porque hacer un trato. Algo ha
de temer y debemos averiguar que es.
Un
día, cuando apenas acababa de amanecer, un joven pastor se acercó hasta el
palacio del rey, pues se le había extraviado una de las ovejas, y le pareció
haber tomado aquella dirección. Busco con mucho ahínco, pero no logro
encontrarla. Sin embargo, se sorprendió al ver tantos rostros tristes y al
percibir tanto silencio.
-
¿Que ocurre en palacio? -pregunto ignorantemente el joven pastor -.
-
¿De dónde vienes chico?, acaso no sabes que la princesa Azar esta prisionera en
el castillo de la bruja Agatan? -explico aquel al que había preguntado -.
-
Vengo del monte. Allí llegan pocas noticias. Soy Ieiazel, el pastor. Estoy
buscando a una oveja extraviada, pero tal vez pueda ser de ayuda -advirtió
humildemente el muchacho -.
Sin
pensárselo más, recogió el resto de las ovejas y se dirigió en dirección al
castillo de Agatan.
La
bruja pudo ver a través de su bola mágica como se acercaba el pastor y sintió
como un escalofrío se apodero de ella. Aquella inocencia, aquella pureza de
corazón la ponía nerviosa y debía utilizar toda su magia para poder vencer a
aquel intruso.
-Alto
joven descarado, donde crees que vas? Acaso no te han enseñado a respetar lo
privado? -le interrogo Agatan-.
-
Debes ser Agatan, la hechicera. Si es así, te ruego dejes en libertad a la
princesa Azar. Su padre y todo su reino sufre por ella -le dijo el osado joven
-.
-
Acércate y ven a rescatarla tú mismo -invito la malvada bruja -.
Agatan
sabía que todos cuantos entraban en su morada quedaban prisionero de ella, pero
no contaba con algo muy importante, Ieiazel tenía un corazón limpio y ninguna
tuerza por poderosa que esta fuese lo ataría manteniéndole prisionero de ella.
Respondiendo
a la invitación de la bruja, el joven y puro pastor entro en su morada y cuál
no sería la sorpresa de Agatan al ver como aquel inofensivo joven liberaba de
las mazmorras a la bella princesa Azar.
Desde
aquel día, la bruja perdió todo su poder sobre el reino que gobernaba el rey
Irol, pues el corazón de cada hombre se purifico siguiendo el ejemplo de
Ieiazel, el joven pastor.
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