Atributo: Dios rey dominante.
Planeta:
Sol.
Coro
Angélico: Principados.
Sefiráh:
Tiferet.
Horario
de regencia: de 14 a 14: 20 horas.
Se lo
invoca para:
·
Destruir nuestros enemigos
interiores, como por ejemplo los miedos.
·
Liberar de la esclavitud y de los
vicios.
·
Tener paz y prosperidad interior.
·
Obtener favores de personas
importantes.
·
Tener éxito en causas justas.
·
Protección y prosperidad en
empresas.
Los
nacidos bajo su regencia:
Tiende
a tener un comportamiento íntegro, tendrá éxito en su trabajo, conquistando la
confianza por los servicios prestados. Su influencia será dotada entre personas
famosas, conocidas y poderosas, obteniendo prestigio entre ellas. Utilizará
ideas modernas y acciones estratégicas para consolidar su posición. Se manejará
con prudencia evitando obstáculos, observando cuidadosamente cada camino antes
de dar un paso tendrá muchos conocimientos adquiridos a través del trabajo.
Será noble, sincero, altruista en sus relacionamientos. Conquistará su
propio lugar por su autoconfianza, buen humor, sin desperdiciar energía en
conflictos íntimos.
Cita
bíblica:
¿Por qué
me rechazas, Señor?
¿Por qué escondes de mí tu rostro?
¿Por qué escondes de mí tu rostro?
Salmo
88:14
VEULIAH: ‘LA
EMPRESA MAS PROSPERA’
El
rey Daleth acababa de cumplir 84 años de edad, y la verdad, se sentía cansado
para seguir gobernando. Ya no era el ardiente joven que a los 21 años fue
nombrado monarca de Hesed, la tierra de la abundancia.
Su
vitalidad se habla apagado con el paso de los días y ahora sabía que debía
ceder el cetro del poder a sus herederos.
Pero
esto que parecía tan simple no le resultaba tan sencillo. Conocía la naturaleza
de sus hijos y sabía que de dejar la corona en manos de uno de ellos los demás
se disputarían ese derecho.
Con
esa preocupación, el soberano Daleth convoco a los Siete Ancianos y busco en
ellos la voz de la sabiduría que durante todos aquellos años habían demostrado.
-Sabios
Consejeros, quiero que seáis vosotros los primeros en conocer mi voluntad de abandonar
este cetro. Las fuerzas físicas me traicionan y apenas si me responden cuando
las necesito. Mi ciclo en este mundo carnal llega a su fin y es hora de que uno
de mis hijos herede el trono y ocupe mi puesto.
Las
palabras del rey estaban muy meditadas y los sabios se dieron cuenta de ello.
-Tenéis
razón Majestad, pero vuestra preocupación no parece ser esa -dijo uno de los
ancianos-.
-Es
cierto, mi preocupación amigos míos es saber a quién elijo como heredero
-explico el rey-.
Todos
comprendieron la causa que afligía el corazón del noble rey, y conmovido por
ello, el más sabio de los Ancianos, dijo:
-Tal
vez haya una solución Majestad. Hacedle participar en una prueba y aquel que
consiga vencer ese será el elegido para tan elevada misión -explico el anciano
-.
-
Si -exclamo el rey con cierta euforia-, puede ser una buena idea.
Sin
demorarlo por las tiempo, todos se pusieron a pensar en una prueba eficaz, y
entonces…
-Ya
lo tengo -grito el anciano que acababa de ser iluminado-. La corona será para
aquel que consiga presentarnos la empresa más prospera.
Así
fue, como los cuatro hijos se pusieron a trabajar en la elaboración de la
empresa que le diese más frutos.
Tenían
para ello tres meses, al final de los cuales debían presentarse de nuevo ante
su padre.
El
tiempo pasó rápidamente y el día esperado llego. Los cuatro aspirantes se
presentaron puntualmente ante su padre, el cual les dijo:
-Veamos,
que tenéis que ofrecerme?.
-Padre,
tu hijo Arien ha descubierto nuevas tierras y las pone bajo tu poder, son las más
ricas de cuantas hemos conocido -dijo uno de sus hijos -.
-Amado
padre, tu hijo Canciah ha descubierto nuevos yacimientos de agua y con ellos
nuestras tierras serán más fértiles -dijo otro de los hijos -.
-Padre,
tu hijo Libraiah, ha descubierto el modo de volar, y con ello nuestro reino se
podrá ampliar.
-Padre
tu hijo Veuliah, tan solo puede ofrecerte sus servicios, su capacidad para
trabajar -expreso el último de los hijos -.
El
rey tras oírles, se reunió de nuevo con los siete ancianos y tras un breve
intercambio de opiniones, todos coincidieron en el candidato que iba a ser
elegido.
El
rey Daleth reunió a sus cuatros hijos y les dijo:
-Tras
haber consultado la sabiduría de los Ancianos, y por unanimidad, mi voluntad es
que sea Veuliah el próximo rey de Hesed. Esta tierra ya es lo suficientemente
grande como para desear nuevos continentes, es rica en agua y no pretende
anchar sus fronteras. En cambio, si necesita unas manos fuertes y trabajadoras
que cultive y administre las abundantes semillas que poseemos.
Así
fue, como Veuliah gobernaría el reino de Hese, y durante todos sus años de
soberanía, llevó la prosperidad a todas sus empresas.
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