Atributo: Dios sostén del universo.
Planeta:
Mercurio.
Coro
Angélico: Arcángeles.
Sefiráh:
Hod.
Horario
de regencia: de 18:20 a 1 8:40 horas.
Se lo
invoca para:
·
Tener fama cuando difundimos grandes
filosofías.
·
Tener fortuna en general.
·
Ayudarnos a vencer demandas.
Los
nacidos bajo su regencia:
Los
nacidos bajo esta influencia serán estimados por todos debido a su modestia y
humor agradable. Su fortuna será obtenida gracias a su talento y buena
conducta. Considera obtener casi todo lo que desea y estará siempre empeñado en
aprender y conocer todas las cosas del mundo. A pesar de su experiencia modesta
y frágil luchará por colocarse en una posición socio económico favorable y así
obtener reconocimiento por sus talentos, pudiendo ser reconocido en todo el
mundo. Es abierto a todo lo que sea símbolo de vitalidad generosidad. Sabrá
balancear la razón con la pasión, cree en la salvación de las personas por el
amor y estará listo a ayudar a todos. Trabajará siempre de acuerdo con una
filosofía espiritualista y Angélica. Optimista, sabrá enfatizar las cualidades
positivas de las personas y de las situaciones. Con su encanto iluminará la vida
de todos los que se le acerquen.
Cita
bíblica:
Los ojos
de todos se posan en ti,
y a su tiempo les das su alimento.
y a su tiempo les das su alimento.
Salmo
145:15
POYEL: ‘UN AMIGO
PRESUNTUOSO’
Desde
muy pequeños sus vidas siempre habían estado muy unidas. Crecieron y jugaron
juntos y de esta forma forjaron una sólida amistad.
Pero
los rostros del destino no siempre nos sonríen, y un buen día, Neyes tuvo que
decir adiós a su inseparable compañero Poyel.
La
distancia y el tiempo fueron inquebrantables y poco a poco aquel ardiente
afecto que un día les unió se fue apagando hasta llegar a fundirse en un vago
recuerdo. Era lo único que quedaba de una relación que al igual como floreció,
murió.
La
vida continuaba y Poyel no perdía el tiempo. Había estudiado duro y la fortuna
le recompensaría sus esfuerzos.
Fue
el numero uno de su promoción y había conseguido ganar la confianza de todos
sus compañeros, los cuales le buscaban constantemente para que les aconsejase.
La fama y reputación antecedían al joven Poyel donde quiera que iba, sin
embargo, jamás nadie pudo observar en él una muestra de orgullo, ni de vanidad
por sentirse tan admirado.
Lo
que más elogiaban de él, era precisamente su constante modestia y su moderado
comportamiento.
Acababa
de aprobar los estudios y ya era un flamante profesor de filosofía. Tan solo le
quedaba poder ejercer su carrera y la providenc1a puso a su alcance la
posibilidad de conseguirlo, pero para ello debía competir con otro candidato
que al igual que él se presentaba para ocupar ese puesto.
Poyel
trabajó incansablemente para elaborar un buen proyecto de presentación. Durante
años había investigado y ahora tenía la oportunidad de dar a conocer sus
trabajos.
Pero
el destino vino a traerle una vez más una nueva sorpresa. No podía apenas
creerlo. Jamás pensó que la vida le jugara aquella mala pasada. Tenía que
competir con Neyes su inseparable amigo de infancia. Casi no le reconocía, pero
aquello no importaba lo más mínimo, pues celebraron aquel inesperado
reencuentro con un emotivo abraso.
Las
próximas horas la pasaron juntos. Recordaron los días de su infancia y rieron
algunas de las travesuras que entonces protagonizaron. Pero ambos sabían que
tenían que hablar del tema profesional y temían que aquella felicidad se
enturbiara.
-
Mi buen amigo Poyel, debemos olvidar nuestra amistad. Estoy decidido en ocupar
ese puesto, mi vida depende de él. Debo pedirte que no te presentes, estoy
dispuesto ha hacer lo que sea para conseguirlo y lamentaría mucho tener que
desafiarte –dijo fríamente Neyes -.
Aquellas
palabras llevaban verdadero hielo y una profunda carga de ambición. Poyel
no podía dar crédito a lo que su viejo amigo había dicho y apenas si podía
hablar, pues sentía como un fuerte nudo le oprimía la garganta.
-
¿Pero cómo es posible que hayas cambiado tanto? -confeso el joven muy
contrariado -.
-
La vida es dura amigo mío, y tan solo sobreviven los más fuertes -contesto
sarcásticamente Neyes, al tiempo que se alejaba de el -.
Al
cabo del tiempo, ambos recibieron una carta del Ministerio en respuesta a su
solicitud, y fue Poyel el elegido para ocupar el puesto de trabajo.
A
pesar de las artimañas utilizadas por Neyes, de nada les sirvieron, pues al
final la providencia supo premiar al que verdaderamente merecía conseguirlo.
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