Uno de los cambios de paradigma más
grande que podemos advertir en estos tiempos, es el hecho de darse cuenta de
que el conocimiento no se encuentra fuera de nosotros, sino, dentro de nuestro
corazón.
Por muchos años se ha aceptado la idea
de que nacemos sin conocimiento y que los adultos son los encargados de
transmitirlo. Hemos creído que es necesario enseñarle a un niño la mayor
cantidad de cosas en el menor tiempo posible para asegurar que tenga éxito en
su vida adulta.
Además hemos pensado que aquellas
personas que no asisten a la escuela o que no tienen estudios superiores son
personas menos preparadas para la vida.
Sin embargo, el conocimiento necesario
para tener una buena vida no se relaciona con la cantidad de información que
podamos incorporar en la mente, sino, con la cantidad de amor que podamos
sentir.
Cuando somos pequeños necesitamos más
amor que ninguna otra cosa. Esta necesidad está incluso por sobre el alimento.
El conocimiento intelectual está aún más abajo en la escala de necesidades del
ser humano.
Un ser humano que no se ha sentido
completamente amado en su infancia y que lleve esas heridas en su adultez, no
puede sentirse estable emocionalmente y el conocimiento intelectual no será
suficiente para que tenga una vida feliz.
Un niño que se ha sentido amado y que
no recibe información intelectual, será capaz de procurarse una vida mucho más
feliz porque tendrá la estabilidad y solidez suficiente para buscar y encontrar
todos los recursos intelectuales, psicológicos y materiales necesarios para
ello.
Un adulto puede sintonizar la
información que necesita para guiarse en este plano físico por medio de la
conexión que puede hacer su alma con la inteligencia universal.
Esta conexión solo puede ser posible
cuando hay confianza, paz y armonía dentro de sí mismo. Y esto se consigue
cuando se sabe sentir en paz consigo mismo.
El conocimiento es necesario para
vivir en esta realidad, pero no se encuentra accesible cuando estamos
desestabilizados mental y emocionalmente. Cuando no estamos en equilibrio, no
podemos sacar provecho de la información que incorporamos e incluso no tenemos
la claridad de cuál es la información que necesitamos para alcanzar nuestros
objetivos. Todo se vuelve confuso.
Una persona con un corazón sano y
amoroso es más eficiente y más eficaz porque es capaz de sintonizar lo que
necesita en cuestión de segundos sin tener que buscar o esforzarse en aprender
alguna cosa en particular. El conocimiento fluye hacia él, llega por distintos
medios, encuentra los maestros y la guía que necesita información en su
interior.
Los grandes genios de la historia han
coincidido en que han tenido acceso a toda la información que han aportado a la
humanidad por medio de esta habilidad de sintonizar con esa inteligencia
universal.
Vincent van Gogh dijo que veía sus
cuadros en la pantalla de su mente y que luego los pintaba en sus lienzos.
Albert Einstein dijo que se conectaba a la inteligencia universal para recibir
las respuestas a sus interrogantes.
El corazón es mucho más que un músculo
encargado de bombear la sangre en el cuerpo. Es un órgano que puede permitirnos
sintonizar a la gran inteligencia para recibir información de alto nivel que
puede no haber ingresado a este plano todavía.
Todos somos potenciales genios.
Seguramente quien más de alguna
oportunidad te ha llegado información por este medio. A todos nos ha sucedido
porque es algo natural.
Quise escribir sobre este tema para
que no te olvides de sintonizar con la gran inteligencia cada vez que lo
necesites. El único requisito que tienes que cumplir es que te regales esos
momentos de paz contigo mismo, los que se consiguen cuando te amas y te aceptas
tal cual cómo eres ahora mismo.
Si no tuviste la fortuna de ser
completamente amado en tu infancia, es suficiente con que ahora que eres adulto,
puedas elevar el aprecio por ti, hasta que llegues a sentirte en paz contigo
mismo.
Patricia González
Sanaciones, Consulta Virtual, Coaching
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