lunes, 27 de agosto de 2012

VIRGEN DE LA CARIDAD PATRONA DE CUBA

El hallazgo
Alrededor del año 1612 o a los inicios de 1613, fueron a buscar sal en la bahía de Nipe dos hermanos indios y un negrito de nueve o diez años. Se llamaban respectivamente Juan de Hoyos, Rodrigo de Hoyos y Juan Moreno, conocidos por la tradición como "los tres Juanes". Mientras iban por la sal ocurrió la aparición de la estatua de la Virgen. He aquí el relato de Juan Moreno, dado en 1687, cuando tenía ochenta y cinco años:
"...habiendo ranchado en cayo Francés que está en medio de la bahía de Nipe para con buen tiempo ir a la salina, estando una mañana la mar calma salieron de dicho cayo Francés antes de salir el sol, los dichos Juan y Rodrigo de Hoyos y este declarante, embarcados  en una canoa para la dicha salina, y apartados de dicho cayo Francés vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua, que no distinguieron lo que podía ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramas secas. Dijeron dichos indios "parece una niña", y en estos discursos, llegados, reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora la Virgen Santísima con un Niño Jesús en los brazos sobre una tablita pequeña, y en dicha tablita unas letras grandes las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos, y decían: "Yo soy la Virgen de la Caridad", y siendo sus vestiduras de ropaje, se admiraron que no estaban mojadas. Y en esto, llenos de alegría, cogieron sólo tres tercios de sal y se vinieron para el Hato de Barajagua..."
El administrador del término Real de Minas de Cobre, Don Francisco Sánchez de Moya, ordenó levantar una ermita para colocar la imagen y estableció a Rodrigo de Hoyos como capellán.
Una noche Rodrigo fue a visitar a la Virgen y notó que no estaba allí. Se organizó una búsqueda sin éxito. A la mañana siguiente, y para la sorpresa de todos, la Virgen estaba de nuevo en su altar, sin que se pudiera explicar, ya que la puerta de la ermita había permanecido cerrada toda la noche.
El hecho se repitió dos o tres veces más hasta que los de Barajagua pensaron que la Virgen quería cambiar de lugar. Así se trasladó en procesión, con gran pena para ellos, al Templo Parroquial del Cobre. La Virgen fue recibida con repique de campanas y gran alegría en su nueva casa, donde la situaron sobre el altar mayor. Así llegó a conocerse como la Virgen de la Caridad del Cobre.
En el Cobre se repitió la desaparición de la Virgen. Pensaron entonces que ella quería estar sobre las montañas de la Sierra Maestra. Esto se confirmó cuando una niña llamada Apolonia subió hasta el cerro de las minas de cobre donde trabajaba su madre. La niña iba persiguiendo mariposas y recogiendo flores cuando, sobre la cima de una de las montañas vio a la Virgen de la Caridad.
La noticia de la pequeña Apolonia causó gran revuelo. Unos creían, otros no, pero la niña se mantuvo firme en su testimonio. Allí llevaron a la Virgen.
Desde la aparición de la estatua, la devoción a la Virgen de la Caridad se propagó con asombrosa rapidez por toda la isla a pesar de las difíciles comunicaciones.
Fue en el Cobre, en 1801, que los mineros, alentados por el Padre Alejandro Ascanio, obtienen la libertad por Real Cédula del 7 de abril.
Con los años se adquirió un recinto mayor para construir un nuevo santuario que pudiese acoger al creciente número de peregrinos, haciéndose la inauguración, con el traslado de la Virgen el día 8 de Septiembre de 1927.
Durante la guerra de independencia, las tropas se encomendaban a la Virgen de la Caridad. No es que se pueda ver a la Virgen como una aliada en la guerra. Mas bien ella, como madre, sufre y se preocupa de todos, busca la paz entre sus hijos, finalmente cuando los corazones no le permiten otra cosa, busca atenuar los odios y fomentar la reconciliación y el perdón.
Después de la guerra de independencia, los veteranos pidieron al Papa que declarase a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. En documento firmado el día 10 de Mayo de 1916 por el Cardenal Obispo de Hostia, Su Santidad Benedicto XV accedió a la petición, declarando a la Virgen de la Caridad del Cobre Patrona Principal de la República de Cuba y fijando su festividad el 8 de Septiembre.
En 1977, el Papa Pablo VI eleva a la dignidad de Basílica al Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
Durante los meses de preparación para la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, diez imágenes peregrinas de la Virgen de la Caridad recorrieron las distintas diócesis del país con gran respuesta del pueblo.
La Virgen de la Caridad fue coronada por S.S. Juan Pablo II como Reina y Patrona de Cuba el sábado 24 de Enero de 1998, durante la Santa Misa que celebró en su visita apostólica a Santiago de Cuba.
La Virgen de la Caridad en el exilio.
Los cubanos exilados en Miami por causa del comunismo, habiendo sufrido enormemente por la separación o muertes en sus familias, por la pérdida de la patria y de todo lo que tenían, se preparaban para la primera celebración de la Fiesta de la Virgen de la Caridad en el exilio. Por eso deseaban tener una imagen adecuada de la Virgen.
Providencialmente, el mismo 8 de septiembre, de 1961, mientras  ya miles se reunían en el Estadio de Miami para celebrar la Misa, llegó al aeropuerto de esta ciudad la imagen de la Virgen de la Caridad procedente de Cuba. Era la imagen de la Parroquia de Guanabo en la Arquidiócesis de la Habana.  Había sido asilada en la embajada de Italia y pasada por la Encargada de Negocios de Panamá a su embajada por petición de los cubanos. Aquella celebración de profunda emoción, presidida por el Arzobispo de Miami, se hizo una tradición que continúa hasta el día de hoy.
Después de la primera celebración, la Virgen comenzó un recorrido de los campamentos para los niños cubanos exilados que se encontraban sin sus padres. La Arquidiócesis de Miami acogió y cuidó de catorce mil niños en aquellos primeros años de exilio.
Los cubanos se organizaron para construir una Ermita a la Virgen de la Caridad en el exilio. La primera piedra de la capilla provisional se puso el 20 de mayo, de 1967 y se celebró la Santa Misa.
El 21 de mayo, de 1968 el Arzobispo Carrol de Miami, ordena la fundación de la Cofradía de la Virgen de la Caridad para reunir a los devotos para honrar a la Virgen y con ella evangelizar. En el mismo año comenzaron las peregrinaciones de los 126 municipios de Cuba que han continuado organizadamente desde entonces.
El 2 de diciembre, de 1971 se dedicó la Ermita de la Virgen de la Caridad. Presidió el cardenal Kroll, Arzobispo de Philadelfia, entonces presidente de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos, con la presencia del Arzobispo Carroll de Miami y los obispos Boza Masvidal (exilado de Cuba) y Gracida.
En septiembre de 1987, al visitar el Santo Padre Juan Pablo II a Miami, la imagen de la Virgen de la Caridad se trasladó a la residencia del Arzobispo mccarthy para presidir la Capilla privada del Santo Padre. El Papa, en su homilía, hizo mención de la Virgen de la Caridad.
Miami cuenta con ciudadanos de todos los países hispanos. Desde los años 80, además de los municipios cubanos, peregrinan también a la ermita de la Virgen de la Caridad de forma organizada, todos los países hermanos de la hispanidad durante el mes de octubre.  
El Arzobispo mccarthy, el 14 de mayo, de 1994 consagró solemnemente el altar de la Ermita que debajo guarda visiblemente la primera piedra. Esta piedra contiene tierra de las distintas provincias de Cuba que se fundieron con agua que llegó en una balsa en la cual perecieron los quince tripulantes que buscaban escapar de Cuba.
La Ermita fue ampliada y se añadió una preciosa capilla del Santísimo que fue bendecida por el Arzobispo de Miami, Juan C. Favalora el 21 de mayo, fiesta de la Ascensión del Señor. En la Santa Misa que el Arzobispo celebró ese día en la ermita, elevo la cofradía a Archicofradía de Nuestra Señora de la Caridad.
Los devotos de la Virgen han logrado propagar no solo la devoción a la Virgen de la Caridad, sino hacer de la Ermita un centro de evangelización de irradiación mundial. El instrumento principal de la Virgen para la obra de la Ermita ha sido desde el principio Monseñor Agustín Román, hoy obispo auxiliar de Miami, siempre ayudado por las Hermanas de la Caridad que ministran en la Ermita y la Archicofradía.
Las verdades que la Virgen de la Caridad nos enseña:
1 -Dios está sobre todo y todos.
La Virgen tiene las manos llenas:
    Con la derecha sostiene la Cruz, camino único de salvación, que debe ser abrazado por todos sus hijos.
    Con la izquierda sostiene a su Hijo, el Niño Dios. Así nos enseña la importancia de, imitarla a ella que fue fiel, acompañando a Jesús desde el comienzo de su vida hasta la Cruz.

2 -Ella (María) es nuestra madre y protectora.
En tiempo de tormenta, la Virgen viene para salvar a aquellos tres Juanes, sus hijos.

La Virgen quiere salvarnos hoy de las tormentas que azotan en nuestro corazón. Ella acompañó a los Apóstoles cuando se reunieron llenos de miedo en Pentecostés. La Virgen nos adentra en su corazón maternal, santuario del Espíritu Santo donde nos forja en otros Cristos. La Madre nos protege, nos enseña e intercede por nosotros.
3 -El valor de la Familia.
Jesús
quiso nacer y tener madre. La Virgen se aparece como madre con su Hijo en los brazos. Ella es la madre de todos los que guardan la Palabra. María nos enseña la importancia de la Maternidad, la dignidad de la mujer a la que Dios mismo confía tan gran misión. Por ende, el respeto que merece. La Virgen María es la madre de todas las familias. Al recurrir a ella, la familia se consolida en la auténtica caridad que ella nos ofrece: Jesucristo.

4 -El verdadero amor a la Patria.
E
l pecado ha llevado al hombre a falsos conceptos de lo que es el patriotismo. En su nombre se cometen atrocidades. La Virgen nos enseña que la verdadera patria es el cielo. La patria de la tierra es amada y edificada no cuando la queremos "glorificar" según nuestras ideas humanas sino cuando hacemos la voluntad de Dios. A medida que en un país sus hijos hacen la voluntad de Dios, ese país se enaltece. "Hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo".

El camino de la Virgen para construir la patria es la caridad, o sea, el amor.
1 Corintios 13, 3-8   "Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha. La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. La caridad no acaba nunca"
El amor es la fuerza que une en el bien y vence todo mal.
La Virgen se confía ella misma en las manos de los tres Juanes, hombres  humildes y sencillos que para el mundo no cuentan nada.  Son ellos los que la deben introducirla en la patria y fomentar su devoción, prendiendo así la chispa que será la esperanza para la historia de la patria.
La Virgen pone el futuro de Cuba en manos de los humildes, los que no están cargados de la prepotencia de sus propias opiniones y soluciones para todo. La caridad ha de propagarse por todos los corazones hasta que nos haga capaces de sufrir por el bien del hermano, aun de ese hermano a quién antes llamaba mi enemigo. Así hacemos patria.

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