Ángel de mi guarda, mi dulce compañía.
No me desampares, ni de noche ni de día…
Ángel de Dios, que yo escucho tu mensaje y que lo siga, que vaya siempre contigo hacia Dios que me lo envía. Testigo de lo invisible, presencia del cielo amigo, gracias por tu fiel custodia, gracias por tu compañía.
Aunque espíritu invisible, se que te hallas a mi lado, escuchas mis oraciones y cuentas todos mis pasos.
En las sobras de la noche, me defiendes del demonio, tendiendo sobre mi peco tu alas de nácar y oro.
Ángel santo de la guarda, compañero de mi vida, tu que nunca me abandonas, ni de noche ni de día.
En presencia de los Ángeles, suba al cielo nuestro canto: gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo Amen.
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