Atributo: Dios que socorre.
Planeta:
Marte.
Coro
Angélico: Potestades.
Sefiráh:
Gueburá.
Horario
de regencia: de 9:20 a 9:40 horas.
Se lo invoca para:
·
Librarnos de los enemigos internos.
·
Darnos inspiración en oraciones y
discursos.
·
Tener claridad de expresión ante los
adversarios.
·
Realzar lo sentimientos religiosos y
la meditación.
Los nacidos bajo su
regencia:
Aspecto
evolucionado: se distinguirá por sus cualidades y por su celo en propagar
la verdad y destruir los escritos falsos y calumniadores. Su conducta será
ejemplar, amará la verdad, la paz, la justicia, la tradición, la libertad y el
silencio. Seguirá las reglas divinas de acuerdo a su nivel de conciencia.
Dirigirá asociaciones de caridad o místicas con su lema: de la no corrupción.
Su
existencia en la tierra es de un nivel muy elevado y esto puede ser notado
cuando sin saber por qué retoma el camino correcto del cual nunca se debería
haber apartado. La recompensa por supuesto será una excelente renovación de
y liberación de lazos Kármicos.
Su vida es una exaltación iluminada a través de su espíritu. Deberá tener
de no crearse sentimientos de
culpa en relación a problemas
porque todos están pasando por
una evolución que no tiene que ver con la pérdida sino con la renovación. Su
estará siempre limpia, ordenada,
decorada con flores y aromatizadas con inciensos.
Cita bíblica:
Conspiran,
se mantienen al acecho;
ansiosos por quitarme la vida,
vigilan lo que hago.
ansiosos por quitarme la vida,
vigilan lo que hago.
Salmo 56:6
REIYEL:
‘DESHACIENDO UNA MALDICION’
Muchas
personas no creen en los embrujamientos, en los encantamientos, en el mal de
, y una de estas personas era Reiyel, el Soberano de las tierras de Hesed,
donde la abundancia florecía por doquier.
Pero lo que un
le sucedió, le hizo cambiar de
parecer, y es que el mismo fue víctima de la magia negra de una malvada bruja…,
pero veamos que le ocurrió al Soberano.
Era
época de recogida de impuestos y los recaudadores ya habían visitado varias
aldeas. Reiyel era justo y según muchos bondadoso, sin embargo, los últimos
años habían sido duros, muy duros y se vio obligado a implantar una ley de
impuestos.
No
era mucha la cantidad exigida, pero no todos vieron con buenos
aquellas medidas y algunos de
los aldeanos le criticaron.
Sin
embargo, aquellas opiniones nunca preocuparon al Rey, ya que las recaudaciones
no eran para su lucro personal, sino para administrarlas en todo el reino. Pero
si le preocupaba la insubordinación y fue por ello que mando llamar a los
causantes de aquella rebeldía.
Sus
guardianes acompañaron a una
de presencia enigmática que no
parecía afectada por las dificultades de los últimos años. Cuando llego hasta
el lugar donde él se encontraba, le dijo:
-Buena
mujer, ¿porque te niegas a pagar el impuesto si sabes que serán repartidos
equitativamente entre todos? -pregunto amablemente el rey -.
-No
creas que me engañas, eres un rey avaro y tratas de enriquecerte con nuestros
esfuerzos -replico agresivamente la interrogada -.
-Te
equivocas, mis arcas no se llenaran con los esfuerzos del pueblo. Mi única
voluntad es administrar con justicia los escasos recursos existentes -le
replico Reiyel -.
Entonces
y de un modo inesperado aquella misteriosa mujer profirió una maldición en alta
voz:
-¡qué
la sangre que recorre tus venas se endurezca como las piedras si utilizas en
beneficio propio un solo diezmo procedente de nuestros esfuerzos!
Y
diciendo esto, todos quedaron tan asombrados que ni tan siquiera le impidieron
marcharse.
Cuenta
la leyenda que aquel año fue el peor de todos y que las arcas del rey agotaron
sus fondos, por lo que se vio en la necesidad de gastar el dinero de las
recaudaciones, y fue entonces cuando todos recordaron la maldición de aquella
maliciosa bruja.
Reiyel
quedo petrificado, aunque no muerto. Se encontraba sumido en un profundo
trance, pero no podía manifestar la vida.
No
sabían cómo ayudar a su rey, y cuando recurrieron a la bruja, nadie supo dar
referencia de ella.
Pero
esta historia no puede acabar mal, no os preocupéis, puesto que el pueblo
viendo la desdicha de su rey y la pobreza que se apoderaba del reino, cedió
voluntariamente sus humildes ingresos para salvarle, y no tan solo consiguieron
hacerlo, sino que aquel acto de amor puso fin al maleficio de la bruja, y el
rey Reiyel volvió a la verdadera vida de nuevo.
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