Hacer una pregunta adecuada es la
clave para recibir una respuesta poderosa. Se requiere cierta dedicación para
llegar a formular una pregunta que genere una respuesta útil.
Una buena pregunta hará que la
respuesta llegue rápidamente, mientras que una no tan adecuada, hará que la
respuesta tarde demasiado en llegar y quizás nunca llegue.
Cuando te haces preguntas cuyas
respuestas demoran mucho en llegar, existen muchas posibilidades de que no
estés haciendo la pregunta más adecuada a tu situación, aquella que abre la
puerta de lo que quieres saber. Cuando la pregunta es bien formulada, la
respuesta aparece muy pronto.
El arte de formular las preguntas que
abren posibilidades a poderosas respuestas no es acostumbrado por nosotros.
Estamos un poco adormilados en este sentido. Muchas veces ni siquiera hacemos
preguntas.
Muchas veces, cuando queremos
sobrepasar o solucionar alguna situación en la vida, nos quedamos detenidos en
preguntas que no tienen respuestas o que no nos llevan a ninguna parte. Aun
peor, tenemos la tendencia a formular preguntas en formato negativo:
¿Qué estoy haciendo mal? En vez de
decir ¿Qué puedo hacer para hacerlo mejor?
Cuando haces la primera pregunta es
posible que recibas una o varias respuestas que expliquen lo que estás haciendo
mal. Pero el problema que quieres solucionar seguirá allí sin ser resuelto.
Esta pregunta puede llevarte a un laberinto sin salida, porque tendrás la
posibilidad de iniciar un viaje interno destinado a contabilizar todo lo que
estás haciendo mal e incluso te sentirás tentado a saber desde cuándo lo estás
haciendo mal.
Esta pregunta te lleva hacia abajo,
hacia una profundidad que se puede hacer cada vez más oscura. Es verdad que
puedes estar haciendo algo mal, pero intentar descubrir eso entrando a la
profundidad te dificultará la visión y quizás pases mucho tiempo en medio de
esa oscuridad antes de ver la salida.
Entonces, lo que quieres solucionar no
podrá ser resuelto hasta que te plantees la segunda pregunta.
¿Qué puedo hacer para hacerlo mejor?
Esta respuesta abre posibilidades,
estimula tu imaginación, abre tu horizonte, aporta luz sobre lo que te rodea,
te permite ampliar el rango de visión, te eleva de un solo paso hacia un lugar
más alto. Esta elevación te permite ser más rápido y más eficiente para
encontrar la solución, sin que estés lidiando con todo lo que puedas estar
haciendo mal.
Así ahorras tiempo y energías, te
revitalizas, te entusiasmas y te abres a recibir la información que necesitas.
El universo y tu subconsciente están esperando para darte las respuesta y
soluciones que necesitas, por eso es tan importante que preguntes de la mejor
manera posible, de la manera más adecuada, de la manera más eficiente y
expedita.
Otro ejemplo de pregunta no apropiada
es:
¿Por qué me pasa esto?
Esta es una pregunta que puede
llevarte a hacer un análisis muy extenso de tu situación, tan amplio, que
puedes llegar a verte en la necesidad de analizar tus vidas pasadas. El
análisis de vidas pasadas puede ser adecuado en algunos casos, pero por lo
general, en aquellas cosas sencillas, no se hace necesario.
Algunas preguntas más adecuadas para
reemplazar esta sería:
¿Qué puedo aprender de esto?
¿Qué alternativas tengo para
solucionar esto?
El arte de hacer buenas preguntas
puede sanar tu vida rápidamente. Esta es una de las herramientas más poderosas
que utiliza el coaching. El coach te ayuda a descubrir las respuestas que
buscas, formulándote las preguntas más adecuadas.
Patricia González
Sanaciones, Consulta Virtual, Coaching
www.evolucionespiritual.com
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