lunes, 23 de abril de 2012

El Arcángel Miguel



Al principio de los tiempos cuando no existía nada, todos los ángeles estaban reunidos en torno al Señor, esperando la señal que del El viniera para ir hacia los mundos y co-ayudar en la Creación, pero una disención entre los ángeles, desató la polémica primero y la guerra de los cielos después.
Sucedió que llegaba el instante de la creación del hombre. Hubo ángeles que querían al hombre perfecto, superior, a la misma altura de ellos, por eso no escatimarían esfuerzos en lograrlo y estaban dispuestos a hacer sus mejores obras. Otros ángeles en cambio, querían que el hombre y su conciencia fuera ascendiendo en el plano universal a través de escalas hasta llegar a Dios y su perfección, a través del trabajo diario y por los siglos de los siglos. Esto era para asegurarse que el hombre, a pesar de su lentitud en lograr la perfección, algún día llegaría a Dios totalmente conciente y con sus capacidades acrecentadas. Según las historias más antiguas de la tierra, que se encuentran en libros de miles de años y que se conservan en oriente, hubo otras humanidades en la tierra, aquellos primeros seres humanos no fueron perfectos y fueron destruidos.
Este fue el motivo principal de la polémica. Unos querían que el hombre fuera perfecto desde el principio, y si se equivocaban destruirían la creación del mismo hasta lograr un ser superior, y los otros querían la vía de la ascención. Los ángeles que no estaban de acuerdo con tal de no movilizarse, en su negativa, decidieron continuar durmiendo en el seno de Dios, pero esto ya no era posible porque el universo comenzaba a expandirse irremediablemente.
De los ángeles rebeldes, hubo uno que logró ponerse a la cabeza de todos, su nombre era Shaitan, el adversario, el que desafió al resto de los ángeles y a Dios mismo. El pecado de este ángel fue el de la soberbia, porque dijo que él lograría hacer al hombre tan superior o más que a los mismos arcángeles. Este ángel expresó su entusiasmo con voz estruendosa diciendo: "¿Quien como yo?" a lo que el siguiente ángel en el orden jerárquico le respondió: "Te equivocas; ¡Quién como Dios!"
Miguel era el primer arcángel en la jerarquía de los cuatro, acompañado por Gabriel, Rafael y Uriel. Se encontraba a la cabeza de los cuatro puntos de luz por ser el que más cerca del centro del universo estaba. El dominio de Miguel era el fuego, el que fuera encendido por un ángel anterior de nombre Luzbel, solo que éste tenía la misión de encender la chispa primigenia en todos pero que no podía equilibrar sus fuerzas por tener la misión de encender al universo, no de mantenerlo. Mientras que Miguel conserva y cuida que el fuego del universo no se extinga, los demás ángeles protegen otros puntos en el divino universo. Por esto Miguel es de una jerarquía superior, pues por él el universo se mantiene encendido. Más tarde será el Hijo de Dios quien tendrá la misión de Cristalizar el brillo de Dios en todas partes.
El Arcángel Miguel enfrentó directamente a Shaitan y le respondió ¿Qué has dicho? Te olvidado del Creador, te has olvidado de Dios ¿Quien como Dios?. Con esas palabras demostró su fidelidad, olvidándose de sí mismo y asumiendo la responsabilidad como defensor de un mandato superior. A partir de ese momento se desató la guerra, pues todos los ángeles a las ordenes de Miguel avanzaron sobre los ángeles que habían simpatizado con Shaitan. Esta guerra duró miles de millones de años, hasta que las dos terceras partes de los ángeles lograron vencer a la tercera rebelde y desordenada que fue arrojada a los abismos, esto es, fuera del universo posible de conocer. En la correspondencia física del relato, las dos terceras partes tienen relación directa con cierta cantidad de astros que fueron abortados del firmamento, pues eran estrellas que no lograban establecer sus órbitas ordenadamente provocando caos y destrucción al resto de los astros, los que ya estaban preparados para recibir el germen de la vida.
Fue en ese momento que la maldición se pronunció, pero esto no significa que alguien haya dicho algo, significa que en el universo se quebró la paz que existía hasta entonces, y lo que se creara ya no tendría jamás el acuerdo beneplácito de todos los ángeles, de toda la Creación del Señor. De allí hacia adelante en la evolución, los ángeles caídos o arrojados al abismo, han tratado de malograr toda creación sobre el hombre con el fin de demostrar que el hombre no sirve para nada, y sean reconocidos, estos ángeles como que tenían razón. Por esto aquel ángel rebelde, que más tarde fue conocido como Satán, lleno de soberbia y desprecio, quiere destruir al ser humano, pues no es de su agrado y lo considera un ser totalmente inútil.
Los astros abortados del firmamento, fueron a los abismos y se convierten a veces en errantes cometas o bólidos de masa informe que surcan los espacios, para la visión terrestre, cuando toman contacto con el oxígeno, se encienden dejando una estela luminosa, tal como vemos en muchas noches, pero en su correspondiente lectura mística, tienen que ver con los ángeles arrojados fuera del sistema sideral.

Como en toda guerra, también hay arrepentidos y esta no es una excepción. Muchas veces, aquellos astros que pasan como estrellas fugaces, cumplen con una función benéfica hacia los humanos, es como si aquellos rebeldes buscaran una reconciliación con Dios y sus criaturas. Hubo muchas de esas almas que llegaron a los mundos para trabajar y cumplir con el mandato de Dios ya que si no lo hacían eran inmediatamente separados y arrojados hacia planos que no se pueden conocer, llamados genéricamente abismos. Aún así, esas almas rebeldes desarrollan una conciencia orientada hacia fines no evolutivos terrenales, pues no creen en que la evolución pueda partir desde la tierra misma sino que piensan que lo mejor está en los cielos y a toda costa intentan llevarse almas para rearmar su grupo derrotado al comienzo, sea a costa del engaño o fomentando creencias que a la larga demuestran el error.

San Miguel es el príncipe de la milicia celeste, está vestido con ropas que recuerdan el rojo del fuego y el azul de la justicia, un cinturón de oro ciñe su cintura, significando el beneplácito y sostén que Dios le da. Porta en su mano derecha la espada de doble filo, la que separa lo verdadero de lo falso venciendo a los soberbios que disfrazan sus argumentos siempre en favor de razones egoístas.
En su mano izquierda lleva la balanza de los platillos dorados. Esto alude a la justicia divina que Dios le concedió por haber vencido y logrado la paz en el universo.
 
No es a los seres humanos a quienes les corresponde juzgar o maldecir a aquellos ángeles rebeldes, no están bajo la supervisión humana ni son sojuzgados por esta, sino que es a Dios a quien le corresponde ejercer su voluntad tanto sobre ellos como sobre cualquier mortal. La única defensa que tiene el ser humano es Dios y su escudo llamado Miguel.

Miguel es, en otra lectura la conciencia y la razón venciendo a las tinieblas, pues una vez que la mente humana lucha con sus miedos, enciende la verdad que puede mantenerse gracias a un constante equilibrio entre potentes fuerzas que toman formas diversas en los planos sutiles del espíritu. La razón es la primera llave que el ser humano tiene para abrir los canales del conocimiento, una vez que lo logra debe actualizar su saber dejando atrás antiguas creencias, tomando otras llaves nuevas que enriquezcan al espíritu. No están al alcance de quien no hace un esfuerzo para elevar su conciencia a planos más elevados donde reina el amor, pues conforma una realidad que está fuera de toda lógica conocida en el cotidiano mundo actual y no alcanzable por medio de ficticias razones, sino transitando el difícil camino de la verdad, la cual no siempre es la realidad que creemos percibir.

© Miguel Angel Arcel

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