Para hacerte dueño de tus decisiones,
sin depender de otros ni pedir permiso para tener una vida, tienes que creer en
ti.
Hasta ahora no hemos explorado el
potencial que tenemos, porque no nos criaron reforzando nuestro brillo, nuestro
vuelo.
No hemos sido muy libres, hemos sido
necesitados, dependientes de la visión de los demás sobre nosotros para tener
una vida.
Entonces si el otro me autoriza a
tener una vida, me felicita, me acompaña, no me cuestiona, no me critica, me
avala, me halaga, me aplaude en lo que hago, uno está más o menos bien.
En cambio cuando el otro te reprocha,
te señala, te descalifica, caes en profunda depresión.
Eso no es ser el protagonista, eso es
ser actor berreta y secundario, el apéndice del otro.
Protagonista es: No soy superior ni
inferior a nadie. Soy lo que yo soy.
Un ser muy interesante, que merece lo
mejor.
Un ser de luz, se dice poéticamente,
para que comprendamos que nuestra esencia es luz y merecemos ser felices.
Somos naturalmente seres diferentes a
las oscuridades de nuestra mente.
Los tibetanos dicen: “Yo soy la puerta
abierta que nadie puede cerrar. Yo soy la luz que brilla todo el tiempo en las
tinieblas de mi mente”
Sos una persona muy capaz viviendo una
experiencia medio adormecida. Madre Teresa decía: “Están en amnesia, pero es
una amnesia transitoria, ya van a despertar”
¿Cuándo una amnesia es transitoria?
Cuando logro salir de ella, pero cuando no sabemos quiénes somos y vivimos en
dependencia de los demás, esperando que los de afuera nos hagan sentir vivos,
que nos recuerden que somos valiosos, entonces no habrá progreso.
Tenemos que animarnos a ser los dueños
de nuestra vida y brillar con luz propia.
Tomado de
http://universo-espiritual.ning.com/
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