“Vigilad bien vuestro comportamiento
en la vida cotidiana. Si os creéis fuertes y competentes – y es posible, en
efecto, que lo seáis, lo cual está muy bien – no intentéis imponeros a los
Demás bajo el pretexto de que tenéis
necesidad de ser reconocidos. ¿Por qué? Porque provocaréis en los demás el
deseo de afrontaros. Al principio, quizás se sentirán impresionados y os
respetarán, incluso os temerán… Pero mientras que vosotros creéis haber impuesto
vuestra autoridad, ellos, en secreto, harán todo lo que puedan para armarse
contra vosotros. Y seréis vosotros quienes les habréis provocado ese deseo:
seguirán vuestro ejemplo. Aquél que alardea de su fuerza, despierta en los
demás el instinto de agresividad. Son incalculables todos los medios que la
gente es capaz de poner en práctica cuando un superior, o digamos alguien, les
ha humillado con una actitud despectiva, un tono tajante, unas palabras
hirientes
La verdadera autoridad, la obtendréis cultivando
la bondad, la dulzura, la paciencia. Tal vez los demás comiencen por
interpretar mal vuestra actitud imaginándose que sois incapaces, débiles, e
intentarán aprovecharse de la situación. Pero perseverad, pronto se verán
obligados a reconocer vuestra autoridad y vuestras capacidades, y entonces
ganaréis no solamente su respeto sino también su amistad.”
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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