Suelo recibir muchos correos con un
mismo denominador común o con la misma pregunta, qué significa soñar con los
seres queridos que han fallecido. Así que intentaré responder de la manera más
sencilla que pueda.
El mundo de los sueños es enorme, lo
imposible se convierte en posible. ¿Fantasía o realidad, liberación o
pesadillas? Hay un poquito de todo.
A veces nos liberamos de nuestras
ataduras y la mente descansa; otras veces, revivimos situaciones hasta encontrar
la solución a los problemas cotidianos o preocupaciones dolorosas. En otras
ocasiones, recibimos informaciones que pueden ser simbólicas, mensajes
directos. Y también, podemos conectar, hablar, ver y sentir a seres que viven
cerca, lejos o que han fallecido.
Es importante saber que no todas las
veces que soñamos con algún ser querido que ha muerto, significa que hemos
tenido una comunicación con ellos. A veces simplemente se trata de un sueño, de
un recuerdo, de una vivencia compartida o deseada.
Otras veces, los sueños que tenemos
con los seres queridos que fallecieron son reales. Les vemos, sentimos,
escuchamos y hablamos con ellos como si estuvieran vivos. Es más, inclusive, en
esos momentos, no recordamos que han muerto. Son reales, hay una interrelación
entre ellos y nosotros.
Estas comunicaciones a las que
llamamos sueños, no lo son. Se producen en un lugar intermedio entre ellos y
nosotros. Un plano vibracional y energético en el que el contacto es posible.
La sensación es de realidad, porque lo es. No es una fantasía. Generalmente son
“sueños” en los que además de verles, pueden decirnos cómo están, les podemos
contar cómo nos sentimos sin ellos, qué nos preocupa, cómo podemos enfocar o
vivir una determinada situación.
No siempre hablamos con ellos. En
algunas ocaciones, permanecemos estando en silencio, escuchándoles, pues tienen
un mensaje que darnos. Se encuentran bien, necesitan que recemos por ellos, que
nos despidamos, quieren que estemos felices porque han encontrado la luz,
quieren que encontremos algo, que rehagamos nuestra vida, etc.
Estos “sueños”, se producen en el
campo astral. No tenemos que hacer nada especial para “viajar astralmente”, ya
que lo hacemos a diario aunque después no lo recordemos. Una manera de
diferenciarlos de los sueños normales, es la sensación de realidad tan clara
que tenemos. Hemos estado allí, hemos hablado con otros seres conocidos o no,
visitado ciudades desconocidas, acudido a un concierto, una exposición, una
boda o un acontecimiento social, etc.
Y sobre todo, es ése lugar intermedio,
en el que lo imposible se convierte en realidad, donde podemos reunirnos con
nuestros seres queridos que han fallecido. El poder acudir a este lugar no
significa que automáticamente veamos a nuestros seres sólo por el hecho de estar
en ese plano.
Cuando soñamos con nuestros seres
queridos, y estamos en astral, lo ideal sería estar abiertos a vivir el
momento, sentir con plenitud, preguntar nuestras dudas, percibir cómo están,
sentir su amor o sus necesidades. A veces, con verlos es suficiente; con una
mirada sabemos cómo están y lo que sienten. Y ellos a su vez, saben lo que hay
en nuestro corazón y mente.
Al despertar, podemos pensar que hemos
desaprovechado una oportunidad especial de poder decir más de lo que dijimos,
de expresar nuestro amor; pero no es así, en un instante tenemos toda la
información que necesitamos saber. Cuando despertemos, será la mente la que
jugará con nosotros y querrá saber más cosas, puede que ponga en duda lo que
hemos vivido. Si es así, aconsejo que escuchéis a vuestro corazón, él dirá si
lo que habéis vivido es real o inventado. Se tiene una certeza muy clara aunque
no podemos explicarlo con palabras.
Soñar con nuestros seres queridos, a
veces es un encuentro maravilloso que no deseamos que finalice; que nos permite
expresar lo que sentimos en un segundo, recibir consuelo y amor al instante.
Otras veces, soñar con ellos, es sólo un sueño, un deseo. Quién haya vivido y
sobre todo, quién recuerde sus experiencias verá que son distintas a un sueño
normal. Podemos apuntar lo que hemos soñado o vivido y después será más fácil
analizar qué tipo de experiencia hemos pasado.
Disfrutemos todo lo posible de los
encuentros con nuestros seres queridos mientras “soñamos”. Recordemos que el
tiempo y el espacio no son iguales en todas las dimensiones y planos
energéticos. Eso hace posible que vivamos experiencias y comunicaciones con los
seres que queríamos y que murieron, que a su vez, siguen vivos no sólo en
nuestra memoria, sino en el plano energético que les corresponda según su
vibración y evolución.
Escrito por María Eugenia Auresanz
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