Al tocar el tema de las adicciones, la
mayoría de las personas piensa en sustancias alucinógenas, alcohol, cigarrillo,
juego, sexo, internet, por no mencionar más. Sin embargo, adicción implica todo
lo que de alguna manera nos ata: relaciones disfuncionales, comportamientos
autodestructivos, mañas, resabios, manías, actitudes obsesivas, tendencias
compulsivas, pensamientos fatalistas, etc.
Piensa por un instante en todo lo que
te produce apego. Algún sitio en particular, por qué no un lugar de trabajo o
vivienda, una persona, una corriente ideológica, algún alimento, un pasatiempo,
hasta el gimnasio por ejemplo.
Sigue pensando. Y si exploras el área
de las conductas:
¿Qué tal la “victimitis”, la
negatividad, el drama, la mentira, la terquedad?
¿Eres de los que arma lío por todo?
¿Acaso, de los que viven viendo y
vaticinando negatividad alrededor?
¿Te catalogarías dentro de los que
defienden ideas porque sí y no cambian de parecer por nada del mundo?
¿Añoras tiempos pasados?
¿Culpas a los demás de tus problemas?
¿Eres maniático/a con la limpieza o el
orden?
¿Caes fácilmente en la crítica, la
arrogancia, la rabia o el rencor?
Tu te conoces bien y sabes qué
conductas adictivas presentas y de qué manera te roban la paz en tu interior.
Las adicciones son como una forma de
anestesia, para ocultar cualquier forma de miedo, para distraernos de nuestra
verdadera misión, para desatender nuestro ser y en últimas, negar el amor.
Aprovecha entonces, este mismo
momento, piensa en tus ángeles y sintiendo la confianza de su presencia,
pregúntate:
¿Qué es eso que mi Yo Superior si sabe
que no me hace bien y sin embargo me hago adicto/a a ello?
¿A qué área de mi vida no le estoy
prestando atención, no resuelvo y me escapo en algún tipo de adicción?
El precio que se puede pagar por no
atender y asumir la responsabilidad de nuestras adicciones y obsesiones, es
perdernos la posibilidad de vivir en plenitud tal y como nuestro Padre desea.
Adentro nuestro contamos con el poder para lograrlo. Permite que Dios, a través
del Espíritu Santo y los ángeles, intervenga. Deja tus adicciones, del tipo que
sea, en manos del Creador.
Alguien me dijo: “…es que esto me
gana”. Bueno, recuerda que Dios en ti es más fuerte y poderoso que cualquier
forma de adicción, la que sea. No intentes sustituir el amor de Dios con
cualquier otra cosa. Sólo Dios nos colma y sustenta verdaderamente.
Importante es reconocer eso que nos
esclaviza, pero sobretodo actuar y corregir. Porque una cosa es aceptar que se
posee una adicción. Otra, dar permiso para que se quede, se acomode y no hacer
nada al respecto. Por otra lado, tus adicciones no deben asumir tu falta de
amor propio.
Los ángeles, en cabeza del Arcángel
Rafael, nos ayudan a sanar cualquier modalidad de adicción. Pide su asistencia
y en el nombre de Dios invócalos, expresándoles tu situación. Puedes hacerlo
así:
Ángeles amados: gracias por amarme
incondicionalmente. Reconozco que en este campo en particular (menciónalo),
presento más tendencias adictivas que en cualquier otro en mi vida. Ayúdenme
por favor a liberar mi yo compulsivo. Les entrego lo que me produce manía y
adicción. Obren en mi y recuérdenme mi origen real. De su mano, renuncio a todo
patrón autodestructivo. Que así sea.
Reconcíliate contigo mismo y proponte
sanar. Si en el camino flaqueas, no seas duro; perdónate y retoma tu propósito.
Por antiguas o fuertes que parezcan tus tendencias adictivas, su fuerza se
debilita ante el Poder Divino. Piensa más en El y menos en tus adicciones.
Un consejo angelical: escucha el
mensaje que la adicción te trae. Acógelo y satisface tus necesidades de amor,
con amor. Para ya de buscar en el objeto de la adicción, lo que no puede darte.
Además, no cambies un mal hábito por
otro. Es decir, si estás dejando de fumar, no reemplaces el cigarrillo por
comida. Sana tu relación con todo tu ser y no te hagas más daño a ti mismo. Tu
solo no puedes; te recuerdo, cuentas con el apoyo de tus ángeles para lograrlo.
Decídete y da el primer paso.
A manera de mantra repite para ti
mismo: “Yo no puedo, pero Dios si”. Ya notarás la luz y el poder que emanan de
estas palabras. Son un recordatorio de que Dios puede más que tu sufrimiento,
tu ansiedad y todos tus temores, adicciones y monstruos juntos.
Entra en mi vida Señor y lléname de
Ti. Te entrego mis conductas adictivas. Ya no las quiero, ya no las necesito.
Te pido que pongas fin a la causa que las generó y las disuelvas en Tu amor.
Gracias.
A veces con nuestras adicciones, lo
que buscamos es aislarnos o poner distancia a los demás. Visualiza tus
adicciones como lo que son: cargas pesadas o pequeños dictadores que te quieren
limitar y oprimir. Diles que ya no las quieres soportar más y pon en tu mente
el siguiente pensamiento:
Hoy recuerdo que Dios y los ángeles,
siempre están amorosamente dispuestos a liberar mis cargas y a quitarme de
encima todo lo que me obsesione. Tienen todo mi permiso para hacerlo. Ángeles:
pongo mi vida y mi voluntad en sus manos. Cuídenme por favor. Gracias.
Bendiciones de amor y luz.
Martha Muñoz Losada.
Terapeuta en Sanación y Canalización
con Arcángeles – Master ReikiUsui
www.facebook.com/leccionesconangeles
www.marthamunozlosada.com
Twitter: @MarthaMunozL
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