Atributo: Dios generador de todas las
cosas.
Planeta:
Sol.
Coro
Angélico: Principados.
Sefiráh:
Tiferet.
Horario
de regencia: de 14:40 a 15 horas.
Se lo invoca para:
·
Exaltar a los humildes, separándolos
de los orgullosos, es decir cuando nos sentimos oprimidos por otro.
·
Tener buena salud y curarse de
alguna enfermedad.
·
Ayudarnos en el aprendizaje de artes
y ciencias para el bienestar de los hombres, plantas y animales.
Los nacidos bajo su
regencia:
Aspecto
evolucionado: estará muy ligado a todo lo que tiene que ver con la decoración y
el buen gusto. Podrá tener un jardín con vegetación abundante, amará las
plantas y los animales. Tendrá siempre dinero y la palabra crisis no existirá
en su vocabulario. Dotado de cultura prodigiosa, compartirá sus conocimientos y
experiencias con aquellos que tengan inquietudes similares. Estudiará las
sagradas escrituras, descubriendo sus verdades, y podrá tener revelaciones
trabajando con oráculos o en sueños premonitorios. Su papel en la tierra será
enseñar a la sociedad que Dios existe en toda la creación. Este Ángel es el
representante del reino Angélico en la tierra.
Cita bíblica:
No bien
decía: «Mis pies resbalan»,
cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda.
cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda.
Salmo
94:18
SEALIAH: ‘EL
TRIUNFO DE LA HUMILDAD’
Aquel
iba a ser el primer año en el que el joven Sealiah acudiría a la escuela. Hasta
ahora y dada la pobreza de su familia se había dedicado al cuidado de las
ovejas en el campo.
Pero
el chico se hacía mayor y sus padres se sentían muy preocupados por él, pues
veían como los demás niños del pueblo recibían una educación, mientras que su
hijo era casi analfabeto.
Por
ello, pensaron que aunque su ayuda le hacía mucha falta, debía acudir a la
escuela.
Y
allí estaba Sealiah en su primer día de clase. No podía evitar sentirse como un
extraño, apenas si conocía a un par de chicos de tantos como había.
Sintió también como todos le miraban con cierta curiosidad. Era normal, había
oído hablar del muchacho que pastoreaba en las montañas, pero no habían tenido
oportunidad de conocerle personalmente.
Pero
Sealiah paso la prueba, pues muy pronto se fueron acercando a él, presentándose
e invitándole a ser su amigo.
Aquella
actitud le tranquilizo pues temía que nadie lo aceptase.
Sin
embargo, Sealiah no había conocido a todos los que iban a ser sus compañeros de
clase, aún faltaba el cabecilla del grupo. El arrogante Solel.
-Vaya,
vaya, vaya ¿qué tenemos aquí? -exclamó sarcásticamente el recién llegado -.
Sealiah
que no sabía con certeza a quien se dirigía, preguntó incrédulamente.
-¿Me
hablas a mí?
-¿A
quién va a ser si no? Aquí todos me respetan, y sabes por qué lo hacen? Te lo
diré muchachito. Lo hacen porque soy su jefe. ¿Sabes lo que significa eso? -le
preguntó amenazadoramente al joven
-Entiendo
lo que quieres decir -le contesto Sealiah -.
El
humillado joven agacho la cabeza y se alejó del grupo. Todos reían las palabras
de Solel.
El
tiempo fue pasando y Sealiah fue rechazado día a día por todos. El no seguía
las ordenes que Solel dictaba, mientras que los demás si lo hacían.
Un
día, el profesor decidió hacer una excursión a las montañas, y todos acogieron
la propuesta con ilusión.
Tendrían
la oportunidad de jugar y divertirse.
Tras
tres horas de marcha, el grupo llego a su meta. Eligieron una explanada para
acampar y tras soltar los batulos que llevaban, se fueron esparciendo a su
antojo.
Solel
que ya tenía un plan trazado reunió a sus colaboradores y les propuso
investigar una de las montañas más cercanas. Sealiah que se enteró de la idea,
quiso advertirles de que era peligroso lo que querían hacer, pero no le
hicieron caso.
Aquel
pequeño grupito llegaron a la montaña que querían explorar y cuando
emprendieron la escalada, tres lobos salvajes le salieron al paso. Todos
quedaron de piedra. Esperaban que su líder, Solel, les salvara de aquel
peligro, pero este tenía aún más miedo que los demás.
Cuando
todo parecía perdido, una voz emitió un sonido muy extraño, pero consiguió que
los lobos obedecieran y se marchasen. Había sido Sealiah, todos le vieron y
quisieron hacerle su nuevo jefe, pero el joven que era muy humilde no acepto.
-Ya
tenéis un jefe. En adelante sabrá ayudaros mejor. Y así sería. Solel no olvido
aquella prueba de humildad, y desde entonces dejo de ser orgulloso e insolente,
para convertirse en un ser comprensivo y humilde.
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