Atributo: Dios que da sabiduría.
Planeta:
Marte.
Coro
Angélico: Potestades.
Sefiráh:
Gueburá.
Horario
de regencia: de 8 a 8:20 horas.
Se lo
invoca para:
·
Obtener sabiduría y revelaciones de
misterios ocultos.
·
Influenciar en la magia blanca para
traer nuevas revelaciones.
·
Obtener paz a través del
conocimiento de la verdad.
Cita
bíblica:
Quiero
alegrarme y regocijarme en ti,
y cantar salmos a tu *nombre, oh *Altísimo.
y cantar salmos a tu *nombre, oh *Altísimo.
Salmo 9:2
Los
nacidos bajo su regencia:
Aspecto
evolucionado: posee serenidad, moderación, equilibrio, autocontrol, armonía y
paciencia. Así consigue más fácilmente que otros, estabilizarse emocional,
profesional y materialmente. Es benevolente hasta con los enemigos, vive de
manera plena, teniendo alegría y placer de vivir. Su vida no tiene trabas o
límites. Generalmente autodidacta bien informado sobre cualquier asunto. Podrá
poseer un gran poder paranormal e inspiración para dominar las ciencias
esotéricas. Tendrá curiosidad sobre la ciencia del mal para poder
contrarrestarla a través del bien. Sabrá conjurar oraciones para elementales y
atraer revelaciones que a través de su carisma, influenciarán el comportamiento
de las personas. Amará la paz, la soledad, la contemplación y los misterios de
la naturaleza. Desde niño entenderá el significado de las cosas, no como
cuestionador pero sí como observador. Tendrá fuerte protección de los maestros
superiores.
NITH-HAIAH: ‘EL
MAGO SOBERBIO’
Durante
doce largos años, el joven Nith-Haiah había convivido con los sabios y los
magos en el Gran Templo de los Misterios.
Había
recorrido un difícil camino basta poder conseguir entrar como aprendiz al
servicio de uno de los siete Maestros, y una vez dentro su afán de aprender le
llevo a ganar rápidamente la confianza y el afecto de sus instructores.
Tras
cuatro años de duro aprendizaje, el joven buscador se había convertido en
conocedor de los más importantes secretos y era tan fuerte su deseo por hacerlo
conocer a los demás que en muchas ocasiones olvidaba cosas fundamentales en su
comportamiento.
-No
olvides nunca que cuando hagas uso de tu poder en el mundo exterior, debes
hacerlo siempre desinteresadamente, y lo que es más importante, hazlo
humildemente y sirviendo al necesitado.
Eran
las palabras de su Maestro, que veía como el ansia de su alumno por conocer la
magia y de cambiar el mundo le hacía olvidar lo Esencial.
Llego
el día tan esperado por Nith-Haiah. Entro siendo un ignorante aprendiz y salía
convertido en un sabio Maestro.
Podía
elegir entre quedarse como instructor en el Templo o salir al mundo como un
revelador de misterios. Y, el eligió esto último.
Ya
se encontraba de camino. Su único equipaje era un hatillo donde guardaba
algunos ungüentos curativos. Tan solo eso. No necesitaba nada más, pues a los
Sumos Sacerdotes lo recibían y cuidaban en todas las aldeas que encontrasen a
su paso.
El
brío que le animaba hizo que no tardase en llegar al a cercanía de un humilde
pueblo. Mientras se acercaba pensaba en el modo de sorprenderles con su magia.
Debía darse a conocer cuanto antes, y así generarse sus simpatías. De este modo
fue como se le ocurrió invocar a los espíritus de la naturaleza, a los Elfos
para que produjesen los vientos; a las Salamandras para que provocasen la furia
del trueno, y a las Ondinas, para que dejasen caer en la tierra sus aguas.
Nith-Haiah
había provocado una innecesaria tormenta. Los habitantes del pueblo no daban
crédito a lo que veían y maldecían a aquel tiempo, pues estaba destrozando las
cosechas de sus campos, y ello significaba pasar un año de calamidad y hambre.
El
inexperto mago vio con terror en sus ojos todo el mal que había causado, y se
arrepintió de sus actos, mientras que recordaba las palabras de su Maestro:
-No hagas
uso de tu poder, si en tus actos no hay humildad.
Era
cierto -pensó el mago -, había actuado con arrogancia, y ahora debía rectificar
todo cuanto había hecho.
Sin
que nadie se percatase de ello, el mago invoco a los Gnomos, los espíritus de
la tierra y les pidió que le ayudasen a poner orden los campos. Y así lo hicieron. Desde aquel día
el poder del Maestro estuvo siempre al servicio de causas justas.
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