Atributo: Dios que acoge a los pecadores.
Planeta:
Júpiter.
Coro
Angélico: Dominaciones.
Sefiráh:
Jesed.
Horario
de regencia: de 12: 40 a 13 horas.
Se lo invoca para:
·
Mantener la salud y la longevidad.
·
Protegernos contra la maldad.
·
Que podamos ver cuando actuamos
erróneamente.
·
Influenciar en el amor paternal y
filial y en la obediencia de los más pequeños con respecto a los mayores.
Los nacidos bajo su
regencia:
El
que nace bajo su regencia tendrá conciencia de la necesidad de la regeneración
de la materia para que haya un aumento de espiritualidad. Sentirá amor
altruista por todos los hombres de la tierra y los considerará como hijos de
Dios. Hará curaciones excepcionales a través de manos, o inclusive mentalmente.
También a través de oraciones y emanación de pensamientos positivos. Su verdad
será eterna cumpliendo la misión Kármica de vencer a los malvados juntamente
con su Ángel guardián. Estará siempre estudiando medios y métodos
para acabar con la maldad. Cree en milagros y éstos le ocurren a través de la
misericordia divina. Su optimismo será contagiante y estará siempre bien con
todos. Será elevado, fuerte ciertamente convencido de que el hombre puede
superar sus obstáculos usando su inteligencia. Tendrá adoración por sus hijos y
hará todo para encarrilarlos en la vida.
Cita bíblica:
Oye,
Señor; compadécete de mí.
¡Sé tú, Señor, mi ayuda!
¡Sé tú, Señor, mi ayuda!
Salmo
30:10
REHAEL: ‘LA
VERDADERA CURACION’
Desde
aquel trágico accidente que a punto estuvo de costarle la vida, Mario vivía
como un príncipe. Sus padres quisieron hacerle olvidar lo sucedido y pensaron
que lo mejor sería comprarle muchos juguetes y complacerle en todos sus deseos.
La
verdad es que al cabo de unos meses, en la habitación de Marlo apenas si se
podía entrar de tantos regalos como había recibido, y sin embargo, el no
parecía querer olvidar el incidente.
Era
un chico inteligente y sabía que con aquella comedia conseguiría llamar la
atención de sus padres y lo obtendría todo. Así fue, como un chico al que todos
apreciaban se convirtió en una persona caprichosa, insoportable y egoísta.
Cuando
jugaba con sus compañeros ninguno de ellos lo aceptaba con agrado. La mayoría
de las veces los juguetes eran de él y siempre quería ser el director del
juego. Al principio no les pareció importante, pues querían que formase parte
de la pandilla como antes del accidente, pero con el tiempo su comportamiento
era tan insociable que nadie quería jugar con él.
Cierto
día y coincidiendo con el comienzo del nuevo curso, Mario conoció a una
preciosa chica que acababa de trasladarse al pueblo y que estaba en su misma
clase. De inmediato se dijo que debía conquistarla, pues era la más guapa de
todas cuantas había conocido hasta ahora.
No
tardo en estudiar un plan de ataque. Debía impresionarla y para el aquello no
era ningún problema. La chica, que no le conocía en profundidad, se dejó
seducir por él, pero no tardaría en comprobar que era un engreído y un
orgulloso.
La
dejaba en ridículo y nunca se interesó por ella si no era para alardear delante
de sus amigos.
Aquel
comportamiento hizo que los pocos compañeros que aún le quedaba, le rechazasen.
Había ido demasiado lejos.
Pues
bien, ocurrió lo que tenía que ocurrir. A pesar de no ser aceptado, muchos le
echaron de menos. Se preguntaban, ¿que le ocurriría.? Desde hacía semanas nadie
supo de él.
Mario
estaba muy enfermo. Sufría de fuertes dolores y los médicos diagnosticaron que
sus riñones no funcionaban bien y que debían operarle cuanto antes.
Mario
estaba muy asustado. Se encontraba en la mesa de operaciones y la anestesia le
llevo rápidamente al mundo del astral, y desde allí pudo ver como el cirujano
intentaba poner fin al mal que le aquejaba.
No
entendía bien lo que estaba pasando, pero alguien se encargaría de
explicárselo. Era un ser hermoso el que llamo su atención.
-
Asustado, ¿Mario? -pregunto aquel ser misterioso -.
-
¿Dónde estoy? ¿Quien eres tú? – contesto muy asustado -.
-
Estas en el mundo astral, el que habitamos mientras dormimos, y soy el Arcángel
Rehael. Estoy aquí para curarte -explico el Arcángel -.
-
¿Pero ya me están curando, acaso no lo ves? -replico el joven -.
-
Sí, es cierto. El curara tu cuerpo, pero no lo conseguirá si antes tu no
aceptas curar tu alma -le dijo Rehael -.
-
¿Y cómo debo hacerlo? -pregunto Mario -.
-
Observa estas imágenes y di que ves.
Mario
vio en segundos como su comportamiento había generado mucha desarmonía. Sintió
todo el daño de aquellos a los que hizo sufrir, y dijo:
-
Creo que he sido muy egoísta, y comprendo que yo mismo he creado la enfermedad
-contesto el joven con lágrimas en los ojos -.
De
repente se despertó y se encontraba rodeado de todos sus compañeros. Él estaba aún
en el hospital, pero la operación había sido un éxito y Mario sanaría por
completo. Pero la mejor cura fue la de su corazón, que de nuevo latía al ritmo
del amor sincero.
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