Atributo: Dios que hace caer a los
orgullosos.
Planeta:
Mercurio.
Coro
Angélico: Arcángeles.
De
Sefiráh: Hod.
Horario
de regencia: de 17: 20 a 17:40 horas.
Se lo
invoca para:
·
Tener inspiración y apoyo material
para grandes realizaciones.
·
Nuestro rejuvenecimiento físico e
intelectual a través de alivianar patrones negativos.
Los
nacidos bajo su regencia:
Se
distinguirán por conocer las ciencias exactas, amará la vida tranquila, la paz,
la meditación. Su luz es trascendente y atrás de esta deja ver su inocencia y
verdad. Podrá tener vocación religiosa o metafísica. Digno de confianza, nunca
acomete una acción imprudente o interesada. Tiene relacionamientos sólidos y es
el amigo que todos quisieran tener. Dotado de gran afectividad vive en función
del amor y todo lo bello lo conmueve. Por ser tradicionalista da mucha
importancia al casamiento y los hijos. Sabe controlar sus instintos sin
reprimirlos. Su inteligencia se desenvuelve más por experiencias que por
estudios. Podrá tener problemas de salud en la infancia o adolescencia pero a
pesar de su fragilidad física posee un espíritu extremadamente ágil y guerrero
y sabe disfrutar de las buenas cosas de la vida.
Cita
bíblica:
Señor, yo
sé que tus juicios son justos,
y que con justa razón me afliges.
y que con justa razón me afliges.
Salmo
119:75
NANAEL: ‘LA LUZ DE
LA MEDITACION’
La
familia de Nanael era humilde y muy pobre. Su padre aunque trabajaba de sol a
sol sin desfallecer, apenas si ganaba para alimentar a sus doce hijos, y a
pesar de ello, nadie se quejaba, bueno excepto uno, puesto que Nanael soñaba
con ser alguien famoso, influyente y poderoso.
Ignorando
los muchos esfuerzos que sus padres hacían para poder sobrevivir, su orgullo le
llevo a despreciar aquel modo tan humillante de vivir, y decidió abandonar su
hogar y salir en busca del prestigio y de riquezas.
Siempre
había querido ser un gran mago y había oído que en la Ciudad Sagrada admitían a
aprendices que buscaban dominar la Alta Magia. Así que dirigió sus pasos hacia
donde nacía el Sol. Allí le aguardaba su destino.
Tras
cuatro días de camino, nuestro joven protagonista logró llegar hasta las
puertas de la Gran Ciudad. Un silencio armonioso le sobrecogió. Estaba ante la
entrada y ya podía respirar el particular aroma del Misterio. Dos
Querubines
custodiaban con espadas flameantes el acceso al Santuario.
Nanael tras recuperar su aliento, quiso penetrar en su interior, pero una voz
paro en seco sus pasos.
-
A donde crees que vas extranjero? -le interrogo uno de los Querubines mientras
le apuntaba con su espada -.
-
No soy extranjero, vivo a…
No
pudo seguir hablando el joven, pues fue bruscamente interrumpido por el
Querubín.
-
! Calla insolente! Todo el que Es, no Es. Y todo aquel que no Es, Es.
Nanael
un poco asustado no entendía aquel juego de palabras. Pensó que sería un enigma
y dirigiéndose al Guardián del Templo, le dijo:
-
¿Acaso es un misterio que debo resolver?
-
Así es muchacho. Medita, medita, y cuando tengas la respuesta llama de nuevo
-le ordeno el Querubín -.
El
osado joven se sintió muy desilusionado. Nunca había pensado que fuera tan
complicado ser mano, y menos aún aprendiz de mago.
Meditar,
acaso tenia paciencia para meditar? Si estuviera allí su padre, el sí sabría
cómo hacerlo. 5iempre le aconsejaba lo mismo:
-
Hijo mío, cuando siembras la semilla de un árbol hay que tener paciencia hasta
que dé sus frutos. Observa como la semilla se protege en la tierra y satisfecha
crece poco a poco con el afán de dar al final sus frutos, esos apetitosos y
dulces frutos que nos alimentan.
Cuánta
razón tenía su padre. Ahora el estaba solo y debía tener paciencia.
Busco
un lugar donde poder meditar y se entrego a ello en cuerpo y alma. Al principio
se irritaba, pues su mente era como un avispero rabioso. Sus ideas revoleteaban
sin sentido en su cabeza, pero aquel silencio armonioso fue penetrando
lentamente en su interior y sin saber cómo, una luz emergió de él.
“El
que Es, no Es, y todo aquel que no Es, Es”.
Aquel
mensaje tomo forma en su mente y dejo que fluyera libremente.
No
quería que aquella luz se apagara, y pensó en la luz. En ese momento todo se
convirtió en una luz intensa, y de repente la respuesta apareció
milagrosamente. Era el espíritu. Esa era la respuesta. El espíritu, por eso él
era extranjero. El Eterno, no es extranjero y sin embargo, al ser invisible, no
Es, pero al no ser de este mundo, Es habitante del Templo.
Las
puertas del Santuario se abrieron para Nanael, pero el joven pidió a los
Querubines que las cerrasen de nuevo, pues comprendió que debía volver a su
hogar donde tenía una labor que hacer.
De
sus ojos se había desprendido la venda de orgullo que hasta ahora le había
cegado, pero la luz había abierto ante el un hermoso camino.
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