Atributo: Dios el justo.
Planeta:
Mercurio.
Coro
Angélico: Arcángeles.
Sefiráh:
Hod.
Horario
de regencia: de 16:20 a 16:40 horas.
Se lo invoca para:
·
Obtener misericordia divina.
·
Darnos remedio a todos los males.
·
Hacer renace en nosotros nuevas
esperanzas y alegría de vivir.
·
Ver el camino cuando estamos
indecisos.
Los nacidos bajo su
regencia:
Las
personas nacidas bajo esta influencia serán trabajadoros y ejecutarán sus
actividades con mucho amor y percibirán que su intuición puede llegar a la
genialidad. Tendrá protección contra las enfermedades. Es determinado y no
gusta de nada que no sea claro y bien aplicado. Paciente al extremo, será capaz
de soportar casi todo de las personas, pero no acepta ser refinado
injustamente, pudiendo ser agresivo. No desperdicia sus esfuerzos en fantasías
imposibles. Motivado y justo será una persona pública con capacidad para tratar
cualquier asunto. Descubrirá el porqué de muchos problemas sociales y
convencerá a la sociedad de sus propuestas. En la infancia puede haber tenido
problemas para demostrar afectividad, por eso será común verlo muy pegado a sus
hijos. Algunos actos de su adolescencia podrán marcar su vida dándole plena
certeza de la ayuda de Dios.
Cita bíblica:
El Señor
es bueno con todos;
él se compadece de toda su creación.
él se compadece de toda su creación.
Salmo
145:9
DANIEL: ‘EL ANGEL
DE LAS MISERICORDIAS’
Una
vez más Vesar dejó escapar una maravillosa oportunidad para conseguir superar
su timidez. Si se hubiese decidido, ahora no estaría apenada y triste
recordando las ocasiones que había desaprovechado para conseguir ver realizado
sus sueños.
No
sabía que le pasaba, pero cuando se enfrentaba ante situaciones, no acertaba a
pronunciar palabra y la mayor de las veces ni tan siquiera se decidía hacerles
frente.
El sentimiento de frustración ahogaba su alegría y sin darse cuenta se fue
convirtiendo en una joven solitaria.
Comenzó
a sentir envidia de los demás. Ellos tenían tanta facilidad para tomar
decisiones, que le molestaba el solo pensarlo.
Aquella
tristeza fue dibujándose en el rostro de la joven Vesar y su belleza se fue
transformando poco a poco hasta tal punto que se convirtió en un ser horrible.
Todos
sus amigos comenzaron a tenerle lastima y aquel sentimiento lo único que hizo
fue aumentar aun mas su dolor.
Ya
apenas si salía. Huía de todos y busco cobijo en la sombra de su timidez.
Cierto
día, su angustia era grande y su pena tan amarga, que busco consuelo en la
oración.
Elevo
su rostro, endurecido por las lágrimas, hasta el cielo, y fijo su mirada en una
extraña nube que se le antojo la faz de Dios e invoco su nombre con humildad,
diciendo:
-¡Oh Dios mío,
ayúdame. Me siento perdida y sin fuerzas para seguir luchando contra mi
debilidad! -imploró la joven-.
Sin
duda no esperaba respuesta alguna, pero se reconfortaba abriendo su corazón al
único ser que no se reiría de ella. Pero se equivocó, pues a sus espaldas una
voz la llamo por su nombre:
-Vesar,
Vesar, Vesar, por que no aceptas tu condición?, por que no perdonas tu
debilidad, tus errores? -pregunto un ser de luz que ilumino la habitación -.
-¿Quién
eres?, y como sabes mi nombre? -contesto muy sorprendida la joven -.
-Soy
Daniel, el Ángel de las Misericordias, y tu nombre, Vesar, está inscrito en el
Gran Registro del Cielo. Yo te ayudare, pero no podré hacerlo si tu no
confiesas tu pecado. Debes saber pequeña que el Eterno es misericordioso y
compadeciente, lento en la cólera y rico en bondades -explico el Ángel
dulcemente -.
La
joven Vesar se sintió descubierta, desnuda ante tan noble ser. Siempre había
ocultado en lo más profundo de su ser la traición con la que un día castigo a
su mejor amiga. Quería ser famosa, que todos la venerasen, pero su amiga iba a
impedírselo, pues era mas hermosa que ella. Debía evitarlo, y para ello decidió
traicionarla. Sin embargo, a pesar de su intento, Vesar no consiguió su
propósito y si en cambio perdió a su mejor amiga.
Desde
entonces, no se había perdonado y aquel sentimiento de odio le impedía tomar
decisiones importantes en la vida, pues el recuerdo de la traición la
atormentaba.
Daniel
que tenía el poder de la visión sagrada, fue leyendo sus pensamientos y vio que
Vesar había aprendido la lección, y le dijo:
-Puedes ir
tranquila pequeña Vesar, pues he insuflado en ti el poder de rejuvenecer con tu
aliento a los seres y las cosas. Y aunque Vesar no entendió muy bien lo que
quería decir aquello, pronto pudo comprenderlo, pues su comportamiento cambio
por completo. Ahora tomaba decisiones y cada vez que lo hacía revelaba a los
demás su potencial dormido y la ilusión renacía de nuevo en ellos.
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