Continuamente recibo correos en los que se me piden oraciones específicas para diferentes intenciones o a diferentes ángeles o arcángeles. Y todos aquellos que me han escrito saben que mis respuestas siempre apuntan a usar nuestras propias palabras más que a repetir frases, con el agravante de que a veces ni las entendemos.
El rol de los ángeles cuando oramos es servir de intermediarios ante Dios. No es que El no nos escuche a nosotros, solo que como ellos son creaciones y servidores del Padre, estos bellos compañeros celestiales oran por y con nosotros, potenciando nuestras peticiones. Al invocarlos te apoyas en ellos, pero definitivamente es al Espíritu de Dios al que glorificas y te diriges, a su grandioso poder, a su inteligencia infinita.
Te comparto una sección de mi Oráculo Angelical: Lecciones con Ángeles, que toca el tema de la oración:
“Al orar estableces una conexión intima con la Divinidad, abres las puertas a la intuición y atraes la luz. La oración más efectiva es aquella que es espontánea, sincera, clara y que involucra de antemano convicción, bendiciones para todas las personas involucradas y agradecimiento por lo que aún no has recibido.
Cada una de tus oraciones es escuchada por Dios. Los ángeles y arcángeles, entre otros seres de luz, que conformamos tu equipo de apoyo celestial, trabajamos para tu beneficio. Una vez oras, Dios se hace cargo y nosotros te guiamos para que tomes acción si es necesario. No te inquietes pensando en la manera en que tus deseos se harán realidad, ni impongascondiciones. Simplemente relájate y disfruta de las maravillosas y creativas formas que usa el Creador para satisfacer tus necesidades.
Habla con Él, deja que tus palabras fluyan y baja la guardia. No te embotelles con las preocupaciones, entrégaselas. Su Sabiduría infinita contiene todas las soluciones. Permítenos que te ayudemos, esa es nuestra misión. Lo único que necesitamos es tu señal de auxilio, luego la asistencia será toda tuya”.
Afirma con agradecimiento que con Dios todas las cosas son posibles, pásanos tus cargas y serás libre. Recuerda que no hay penas en la tierra que el cielo no pueda sanar. Con el refuerzo del cooperante Arcángel Sandalfón, cuya tarea principal consiste en entregar a Dios las plegarias de los seres humanos, todas tus peticiones son respondidas”.
Tus ángeles siempre han estado deseosos de que entables comunicación con ellos. Cuando abres la puerta a la conexión angelical y admites su presencia, su guía y compañía se hacen evidentes en todos los aspectos de tu vida.
Las personas tienden a pensar que hay que “ver” o “escuchar” literalmente un ángel, para sentir que el contacto es real y que efectivamente existen. Los ángeles se manifiestan de diversas e innumerables maneras y su apoyo es incondicional a la hora de transferir nuestras plegarias a Dios. Confía, su amparo es auténtico.
Como lo mencioné en un artículo pasado (Septiembre 12 2010), donde explicaba los diferentes canales de comunicación celestial, cada persona establece su forma individual de conexión. Lo importante es reconocer, honrar y agradecer su orientación.
Si te parece bien, te invito a que conozcas este esquema de oración, que puedes obviamente ajustar a tu gusto.
Inicia tu oración en el nombre de Dios
Con tu intención, activa la paz de Dios, su luz y su amor también dentro de ti, respirando despacio, inhalando y exhalando a conciencia toda su bondad. Los ángeles te ayudan a construir ese espacio de silencio que necesitas cuando oras, a tranquilizarte, a enfocarte y a encontrar las palabras precisas para expresarte.
Usa tu oración favorita
En mi caso, es el Padrenuestro. A mi manera de ver, esta es la oración más bella y poderosa que existe. Científicos han demostrado que hay una correspondencia perfecta entre cada uno de sus versos y las principales glándulas endocrinas del cuerpo humano.
Define tu petición
Por tu libre albedrío y también en el nombre de Dios invoca a los ángeles que desees medien por ti. Manifiesta tu pedido. Háblale a Dios y a los ángeles, sus bellos mensajeros, con palabras guiadas por tu corazón, con confianza, gratitud anticipada y coherencia, alineando tus pensamientos y emociones con lo que estás diciendo. Es decir, llénate de seguridad en tu interior, nada de angustia, tristeza ni mucho menos lástima. He aprendido además, que es mucho más efectivo verbalizar en voz alta.
Agradece, sella y suelta
Para algunos esto puede ser nuevo y es el hecho de sentirse agradecido y dichoso por adelantado, como si ya estuvieras viviendo la realización de tu petición. Sella tu plegaria mencionando que te acoges a la Voluntad Divina, sabiendo que es perfecta y termina la oración diciendo: “esto o algo mejor” o “lo que mejor convenga y sea de mayor beneficio para todos. Con eso no controlas el resultado y en cambio si te abres a todas las posibilidades.
Para terminar y este es uno de los momentos en que más puedes apoyarte en tus ángeles, entrégales tu oración, tus palabras, pensamientos y todas las emociones no positivas que puedan entorpecer su feliz consecución. Me refiero a la incertidumbre, el desasosiego, la irritación, la desesperanza y hasta la terquedad.
Cuando invoques a tus ángeles pídeles que te asistan en la tarea de recordar la maravillosa verdad sobre tu origen. Tu también eres un espíritu divino y por ende puedes trascender tus circunstancias, no importa de la clase que sean.
Una anotación más: hoy por hoy, muchas personas oramos en forma de decreto, afirmando y agradeciendo más no pidiendo. De hecho, he recibido retroalimentación de lectores que me dicen que adaptan mis artículos para convertirlos en afirmaciones.
Por ejemplo el párrafo anterior, podría ser transformado así: “Ángeles del Señor, gracias por asistirme en la tarea de recordar la maravillosa verdad sobre mi origen. Yo soy un espíritu divino y por ende puedo trascender mis circunstancias, no importa de la clase que sean”.
Cualquiera que sea la manera que uses para orar, hazlo con la certeza de que con Dios viviendo en tu interior y los ángeles a tu alrededor, las limitaciones no existen, las bendiciones son imparables.
Mantén tu intención e inspiración en Dios.
Martha Muñoz Losada.