Atributo: Dios generoso.
Planeta:
Luna.
Coro
Angélico: Guardianes.
Sefiráh:
Yesod.
Horario
de regencia: de 22:20 a 21:40 horas.
Se lo
invoca para:
·
Tener fertilidad en la tierra.
·
Tener fertilidad en las parejas.
·
Proteger la salud y tener curación
en general.
Los
nacidos bajo su regencia:
Los
nacidos bajo su regencia tienen clase, son elegantes, nobles y altruistas en
sus relacionamientos, debido a su dominio espíritu-instinto. Su buen astral es
contagioso, es poderoso, inteligente y con profunda capacidad de análisis.
Consigue catalogar aquello que llega a sus manos descartando lo que no le
interesa. Su conducta honesta será una protección contra los problemas y las
influencias negativas. Muchas veces pensará que las puertas se les cierran,
pero por cada puerta cerrada los ángeles le abrirán muchas otras. Entregará a
Dios su futuro con total confianza y seguridad. Cae bien donde sea que esté. Su
espíritu material ayudará a otros a veces de forma ingenua. Y es necesario para
que pueda cumplir bien su camino que armonice las relaciones con los más
próximos a él, tratando de no dejar ningún rencor. Está dotado también de
protección de elementos, especialmente los de tierra y quizás por esto pueda
tener una necesidad de vivir en el campo donde su inteligencia se manifestará,
obteniendo mejores ideas.
Cita
bíblica:
¡Aleluya!
¡Alabado sea el Señor!
Den gracias al Señor, porque él es bueno;
su gran amor perdura para siempre.
Den gracias al Señor, porque él es bueno;
su gran amor perdura para siempre.
Salmo
106:1
HABUHIAH: ‘PAGANDO
DEUDAS’
Los
habitantes de la comarca de Lumar se sentían muy orgullosos de ser propietarios
de aquellas fértiles tierras.
Nadie
había visto jamás campos tan ricos y fecundos como aquellos.
Los
mejores y más gustosos frutos crecían en los arboles de aquella región, y
ninguna otra cosecha podía compararse a la que se recogía cada año en aquellas
tierras.
Eran
verdaderos artesanos de la agricultura. Amaban profundamente el campo y los
espacios libre donde gozaban de la gratitud que le otorgaba la naturaleza.
La salud y el bienestar era compartido por todos y aquella felicidad era para
muchos una recompensa Divina.
En
los jardines de palacio crecían y exhalaban las mas bellas flores, y en ellos, pasaba
las templadas tardes primaverales la hermosa princesa Violeta, que se
embriagaba con la suave brisa de aquellas seductores aromas.
Sin
embargo, en el Libro del Destino había una cuenta pendiente que Lumar y sus
habitantes debían pagar, y había llegado la hora de hacerlo.
Cierto
día, al atardecer, cuando el Sol cedía cortésmente su hegemonía en el
firmamento a su amada Luna, una espesa nube cubrió por completo el cielo
impidiendo que sus nítidos rayos llegasen a la tierra. La oscuridad llego antes
de tiempo y aquel hecho llamo la atención de los expertos conocedores de los
símbolos de la naturaleza.
-
Debe ser una nube de polvo -replico uno de ellos -.
-
Tal vez sea una bandada de pájaros, en este tiempo suelen emigrar de otras
tierras -expreso un segundo -.
Pero
no tardarían en salir de aquella incertidumbre, pues aquel extraño ruido vino a
disipar sus dudas. Eran langostas, una terrible plaga de langostas. Eran tantas
que habían oscurecido la tenue luz del Sol.
Aquello
tan solo podía significar una sola cosa, la devastación. No podían creerlo.
Tantos esfuerzos, tantos sacrificios, para que en pocas horas todo quedase
destruido por aquellos parásitos hambrientos.
Pero
a pesar de sus muchos talentos, nadie pudo evitar que Lumar la comarca más rica
y prospera de cuantas se habían conocido, se convirtiera en un desolador
desierto.
Al
menos ellos sobrevivieron a aquella masacre, ¿pero durante cuánto tiempo?
Habían perdido todo cuanto tenían. ¿De que se alimentarían?
En
poco tiempo aquellas preguntas encontraron respuestas. El hambre estaba
azotando a aquel pueblo y ya eran muchos los hombres, mujeres y niños que
estaban enfermos.
El
rey de Lumar también sufrió en sus carnes aquella tragedia, su hija, la
princesa, estaba muy enferma.
Tan
solo les quedaba una única esperanza, consultar con el sabio Habuhiah, el
conocía todos los secretos de la naturaleza.
-
Cual es la causa de esta desdicha sabio anciano? -pregunto con amargura el rey
-.
-
Cada fruto tiene un árbol y cada árbol un tronco. Cada tronco una raíz y cada
raíz una semilla -contesto el anciano -.
-
¿Qué queréis decir con ello sabio Habuhiah?
-
Debéis saber que esta devastación es solo el fruto, un fruto que hace mucho
tiempo fue sembrado por vosotros en otra vida. Vosotros lo habéis olvidado pero
en la memoria de la naturaleza todo está escrito, y yo la estoy leyendo. Es el
pago por vuestra pasada ambición. Desolasteis las tierras de otros pueblos,
pues erais un pueblo guerrero. Ahora debéis dar vida a los campos, pero debéis
conocer el dolor que se siente cuando los esfuerzos se hacen vanos. A partir de
ahora podréis trabajar de nuevo las tierras, vuestra deuda está pagada. Id
tranquilos, pues vuestra hija al igual que los demás se salvara. Pero hacedle
saber cuál fue su pasado mal, para que ninguno de ellos vuelva a errar.
Desde
aquel día, el pueblo de Lumar trabajo con una nueva ilusión, pues sabían que el
futuro estaba en sus manos y en este, tan solo había amor por la tierra y por
cuantos habitaban en ella.