Nombre: Aladiah: “Dios Propicio”.
Coro:
Querubines, Ángeles al servicio de Hochmah-Amor.Ángel
Lo
que otorga:
Creación de enfermedades; regeneración
moral.
Inspiración
para llevar una empresa a un resultado feliz.
El
perdón de las malas acciones que hayamos podido cometer.
Contacto
con personas influyentes.
Protección
contra la negligencia y el descuido en lo que se refiere a la salud y a los
negocios.
Lección:
Ser justo y moderado.
Planeta
Urano
Sefiráh:
Jojmáh
Horario
de regencia: De 3 a 3: 20 hs.
Se
lo invoca para:
·
Sanar dolencias físicas y
espirituales.
·
Nos protege de energías psíquicas
nocivas y envidia proyectadas hacia uno.
·
Obtener perdón cuando hay real
arrepentimiento.
·
Regeneración dela moral.
·
Gozar de la amistad de personas
importantes.
Cita
bíblica:
Que tu
gran amor, Señor, nos acompañe,
tal como lo esperamos de ti.
tal como lo esperamos de ti.
Salmo
33:22
Los
que nacen bajo su regencia:
Son
personas confiables de buen corazón y correctos en sus emprendimientos.
Tendrán
una vida social intensa y frecuentarán lo mejor de la sociedad.
Serán
como ángeles en la tierra, comprensivos, reservados y dedicados a la persona amada. Tendrán una imaginación
fecunda, auto-confianza, flexibilidad y capacidad de escoger siempre los
mejores caminos y momentos para actuar.
Trabajadores
incansables, no medirán esfuerzos para lograr una sociedad más justa.
Serán
portadores de armonía y les agradará cuidar su cuerpo.
Aladiah: “El
fracaso de un ángel malo”
Hubo
un tiempo dichoso en el gran Cielo, en el que los Ángeles eran todos buenos.
Por aquellos días todo era Luz. Una poderosa Luz emanaba del Fuego y aquellos
seres habitaban felices sirviendo a su creador. Pero cierto día, su Hacedor y
Señor, les mando hacer un largo viaje en el que debían conquistar nuevas
tierras para El.
-
Dirigiros hacia la Morada de Hochmah donde mi faz se refleja en las cristalinas
Aguas de la Sabiduría -ordeno el Gran Patrón-.
Pero
no todos los Ángeles le obedecieron, y aquella insubordinación le enfureció.
-
A partir de hoy dejareis de habitar la región de la Luz Divina y os consumiréis
en el Fuego del Infierno, donde os confundiréis entre las sombras del abismo.
Desde
aquel triste día, los Ángeles se dividieron y mientras unos eran buenos, otros
dejaron de serlo. Una tenaz lucha surgió entre ellos, pero dejad que os cuente
una historia que en verdad sucedió, y aún sigue sucediendo…
Un
día, narra la Leyenda, que un Ángel bueno llamado aladiah se encontró con
Luzan, un demonio de las tinieblas. Y sucedió que la envidia de Luzan le llevo
a retar a su antiguo hermano Aladiah. Pero este no quería oír hablar de esos
tratos y quiso eludirlo. Sin embargo no lo consiguió, pues Luzan que era muy
astuto le dijo:
-
Si no aceptas la apuesta, por cada día que pase poseeré la vida de un ser
humano.
-
No, no podrás hacerlo -le contesto Aladiah-, no puedes intervenir en su
destino.
-
No seas ingenuo hermanito, observa y veras.
Y
diciendo esto, se introdujo en el cuerpo de un pobre anciano, el cual no pudo
resistir aquella fuerza maldita y no tuvo más remedio que abandonar su cuerpo,
había muerto.
-
Basta, te lo ruego -exclamo el Ángel bueno-. Si, aceptare tu apuesta, pero lo
hare con una condición. si venzo abandonaras para siempre esta zona del cielo y
te retiraras al abismo, de acuerdo?.
Aladiah
no tenía escapatoria, pero al menos tendría la oportunidad de poner fin a aquel
infierno.
-
Pon atención, pues te explicare una sola vez las reglas del juego. Escogeremos
a un humano al azar. Si evitas que haga mi voluntad, hare cuanto me pides, ¿estas
conforme?
Era
verdaderamente diabólico el plan, pero que podía hacer…
-
Y, ¿cuál es tu voluntad? -pregunto Aladiah temiendo lo peor-.
-
Que atente contra su propia vida -contesto el diablo-.
La
desdichada víctima había sido elegida. Se trataba de un campesino, padre de una
humilde familia muy unida por fuertes lazos de amor. Aquel buen hombre
trabajaba infatigablemente para mantenerles y a pesar de la dureza del trabajo
jamás se había quejado ni desfallecido.
Sin
embargo, y a partir de aquel día todo pareció irle mal. Sus campos que estaban
a punto para la cosecha se inundaron tras una misteriosa tormenta. Pero aquella
desgracia fue aceptada con resignación, pues era un hombre de fe en Dios.
Luzan
lo intento de nuevo, y esta vez hizo enferma de gravedad a su hijo menor. Eso
acabaría con su fe -pensó el malvado demonio-. Pero Aladiah estaba a su lado
inspirándole fortaleza y armándole de paciencia. Y aquel hombre acepto una vez más
la voluntad de Dios.
Tan
solo le quedaba un último intento y en el derramo toda su maldad. Luzan ínsito
a aquel desesperado padre a robar, pues no tenía nada que comer, y lo logro,
pero cuando lo hizo, sintió tanto remordimiento que elevo sus ojos al cielo y
rogo el perdón y la gracia de Dios.
Aquello
significaba la derrota de Luzan y la victoria de Aladiah, pero esta nunca
hubiese sido posible sin la voluntad de aquel hombre, que llamo a las puertas
del Amor.
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