Nombre: Caliel “Dios pronto a socorrer”.
Coro:
Tronos, Ángeles al servicio de Binah-Ley.
Lo
que otorga:
·
Socorro ante la adversidad..
·
Conocer la verdad en los pleitos,
haciendo que triunfe la inocencia.
·
Confusión de culpables y falsos
testigos.
·
Distingue a los que se dediquen a la
magistratura.
·
Protege de los escándalos y contras
las maniobras de los hombres bajos y rastreros.
Lección:
Comprensión de la aplicación de la justicia.
Planeta:
Urano.
Sefiráh:
Jojmá.
Horario
de regencia: de 5:40 a 6 horas.
Se
lo invoca para:
Encontrar
un buen defensor en procesos judiciales.
Brindarnos
socorro ante adversidades para que surjan las verdades en los procesos.
Cita
bíblica:
Júzgame
según tú justicia, Señor mi Dios;
no dejes que se burlen de mí.
no dejes que se burlen de mí.
Salmo
35:24
Los
nacidos bajo su regencia:
Aspecto
evolucionado: es inteligente, irreverente, carismático y posee un fuerte
magnetismo personal. Tiene extraordinaria intuición, sobre todo cuando se
refiere a descubrir la verdad. Les basta mirar para identificar la verdadera
intención. No le gustan lo que es vago, abstracto, queriendo siempre entender
todo en todos sus detalles. Tiene una gran sagacidad, enorme paciencia,
perseverancia. Analiza cualquier situación de forma fría y objetiva. Es
incorruptible y ama la justicia, la verdad y la integridad. Analizando con amor
cada pequeña manifestación de la vida cotidiana. Su lógica será inatacable, es
un verdadero mago que consigue realizar milagros por su intensa fe.
Caliel: “Venciendo
la adversidad”
Para
Taron, todo cuanto sucedía no tenía sentido. Siempre había oído decir a los
mayores que quien mal anda, mal acaba. Sin embargo, el consideraba que sus
pasos iban por buen camino y que no debía de ser víctima de la adversidad que
le sobrevino en aquellos días.
Nunca
más oiría los consejos de los ancianos. Jamás creería en otra cosa que no
fuesen sus propios razonamientos. La vida era dura con Taron, el mayor de tres
hermanos y en el que recaería toda la responsabilidad de mantenerlos y
educarlos, ya que sus padres acababan de abandonar el mundo material y de pasar
el Umbral de la Vida Eterna.
-
¿Por qué aquella desgracia? -se preguntaba una y otra vez el joven-.
Con
esta duda, fue creciendo nuestro amigo, y los años no pasarían en balde. Cada
día que transcurría era como una lección que Taron incorporaba en su vida, y
muy pronto, aquel inocente muchacho se convertiría en un responsable adulto.
Había
momentos en los que Taron desesperaba, se sentía impotente para seguir hacia
adelante. Fueron muchas las ocasiones en las que el sentimiento de desdicha era
tan fuerte que pensaba en abandonarlo todo y huir lejos de aquella opresión,
pero siempre en el último momento desistía en su intento.
Aquella
tarde Taron había llegado muy temprano del trabajo y se sentía muy cansado, por
lo que no tardó en abandonar su cuerpo en manos del confortador sueño. Durante
la noche el alma de Taron se trasladó al Mundo de los Deseos y allí tuvo una
interesante experiencia.
-
Alto Taron, te encuentras delante de la Puerta del Gran Templo del
Conocimiento. Tan solo aquellos que sepan desvelar el Enigma Secreto podrán
traspasar su velo.
Eran
las palabras de Caliel, el Anciano que custodiaba el acceso al Templo de los Misterios.
-
¿Cuál es el enigma? -preguntó el joven-.
-
Haz de contestarme esta pregunta: ¿cuál es la razón del sufrimiento?
Taron
meditó profundamente la pregunta. Recordó su propia vida y reunió todo el
conocimiento que en ella había aprendido, y vio como aquello que menos quería
le era impuesto, y comprendió lo que con ello debía aprender. Entonces
contestó:
-
La razón del sufrimiento no puede ser otra que aprender a hacer bien aquello
que hicimos mal en otro tiempo.
De
repente las Puertas del Gran Templo del Conocimiento se abrieron, y Taron pudo
penetrar en su interior. Allí pudo conocer la causa de su adversidad. Vio como
en otro tiempo había abandonado a su familia, prefiriendo vivir para su gloria
personal.
Con
el recuerdo de esa experiencia vivida en el Mundo del Deseo, Taron se había
convertido en un hombre nuevo. Desde aquel día ya nunca más volvió a sentir la
necesidad de huir de su prueba, y lo que durante mucho tiempo fue adverso, ya
había dejado de serlo.
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