Atributo: Dios alegría de los hombres.
Planeta:
Luna.
Coro
Angélico: Guardianes.
Sefiráh:
Yesod.
Horario
de regencia: de 22 a 22:20 horas.
Se lo
invoca para:
·
Tener consuelo en las adversidades e
injusticias.
·
Ayudarnos en la preservación de los
bienes materiales obtenidos por trabajo.
·
Tener concentración en el estudio de
filosofía mística y religión.
·
Ampliar la conciencia y la
percepción.
·
Ayudarnos en los cambios
emocionales.
Los
nacidos bajo su regencia:
El
que nace bajo este ángel estará iluminado por el espíritu de Dios. Tendrá
solidez en los emprendimientos, se destacará en los estudios y búsqueda en las
altas ciencias esotéricas en especial al Cabalá y la Astrología.
Influyente y confiable, no aprueba la duplicidad de opiniones o la
deshonestidad. Transformará todos sus sueños en proyectos y realizaciones ya
que nada traspasa el límite de sus posibilidades no es una persona
interesada (en el sentido malo) pero le gustan las demostraciones de afecto,
dedicará gran atención a su familia y nunca deja una tarea sin terminar para
otros. Su salud será favorecida porque nunca cometerá excesos.
Entendiendo que el cuerpo es el templo del alma.
Cita
bíblica:
Deléitate
en el Señor,
y él te concederá los deseos de tu *corazón.
y él te concederá los deseos de tu *corazón.
Salmo 37:4
EYAEL: ‘EL PACTO
DEL FUEGO y EL AGUA’
40
años de adversidad habían sido suficientes para arrasar y empobrecer la región
que un día gozo de una gran riqueza y prosperidad. Nadie hubiese dicho, tras
contemplar tan desolador paisaje, que Lujup había sido tierra de reyes y de
poder.
Lo
único que parecía conservarse aun intacto y que había sobrevivido
milagrosamente a aquellos desconsoladores años, era una alta torre donde se
decía habitaban los Doce Ancianos, hombres sabios cuya misión era mantener el
equilibrio en el Universo.
Sin
embargo, su labor había fracasado, Lujup difícilmente podía ser una tierra
donde se respirase armonía y paz.
Todo
lo contrario, había sido durante 40 años, el escenario donde un gran pueblo que
un día fue uno, se había dividido, pero no sin antes destruir con guerras tras
guerras todo cuanto habían creado y amado.
Todo
comenzó un día en el que el príncipe Hesed decidió buscar una esposa. Pero
aquel deseo que no presentaba ningún contratiempo para sus padres, si lo sería
muy pronto, puesto que el príncipe anuncio que no estaba dispuesto a desposarse
como la costumbre establecía. No amaba a Yesod, la princesa con la que debía
unirse, pues así lo acordaban los lazos reales.
-
Yo amo a la princesa Netzah. Sé que es más joven pero mi corazón le pertenece a
ella -suplicaba el apuesto príncipe a su padre -.
-
Pero hijo mío, sabes muy bien que si te desposas con la princesa Netzah y
rechazas a Yesod, estarás violando los acuerdos.
-
Si no es con la dulce Netzah, no me desposo -dijo definitivamente el príncipe
Hesed -.
Su
padre conocía muy bien a su hijo y sabía que nada ni nadie le haría cambiar de
manera de pensar, y armado de valor expuso en el gran consejo la decisión del
príncipe.
Ya
os podéis imaginar lo que ocurrió. El padre de la princesa Yesod se sintió
humillado y pidió la guerra. Nada pudo evitar que desde entonces Lujup se
dividiera en dos reinos.
40
años de luchas no habían sido suficientes para poner fin a las disputas que
mantenían el reino del Fuego y el reino del Agua.
Unos
tenían el poder de crear la semilla dadora de vida, sin embargo, el reino de
Fuego no lograba hacer crecer esa semilla si le faltaba el Agua, cuyo poder era
el de fecundar. Se necesitaban los unos a los otros, pero ninguno de los dos
estaban dispuestos a renunciar.
Cierto
día, un errante viajero llamo a las puertas del Santuario donde habitaban los
Doce Ancianos, y tras dar su nombre las puertas se abrieron.
Todos
quedaron muy sorprendidos, pues a nadie le estaba permitido entrar en el
Templo.
Durante
tres días y tres noches estuvo el extranjero hablando con los Ancianos, y al
llegar al cuarto, pidió reunirse con el rey de las tierras de Fuego y con el
rey de las tierras de Agua.
Dijo
llamarse Eyael y ser un sabio Astrologo que un día hablando con las estrellas
recibió la misión de dirigir sus pasos hasta aquellas tierras con el propósito
de devolverle su don.
-
Que vuestros hijos se unan por amor -dijo a albos reyes -.Que el Fuego se
acomode en el Agua y que esta le dé su bendición.
Y
cuando así lo hicieron, ambos reinos se fundieron en uno y recuperaron su don:
el Poder Creador Fecundador.
La
vida floreció y creció. Todo se multiplicaba con alegría. Lujup volvió a ser
aquella tierra donde todos experimentarían de nuevo el poder de la riqueza, de
la prosperidad y sobre todo de la sabiduría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario