Nombre: Cahetel: “Dios adorable”.
Coro: Serafines, Ángeles al servicio
de Kether-Voluntad.Ángel
Lo que otorga:
La bendición de Dios y echar fuera a
los malos espíritus.
Abundantes cosechas agrícolas y éxito
en las labores campesinas.
Inspiración para elevarse hacia Dios y
descubrirlo.
Amor por el trabajo.
Ayuda contra las suertes,
encantamientos y sortilegios de los enemigos.
Lección: Superar la vanidad y la
servidumbre de la abundancia.
Planeta: Mercurio
Cita bíblica:
Vengan, postrémonos reverentes, Doblemos
la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor.
Salmo 95:6
Los nacidos bajo su regencia:
Poseen armonía en su carácter
equilibrando lo espiritual con lo material.
Son maduros y dominan sus impulsos.
Tienen una clara visión del mundo y sus leyes y siempre siguen hacia delante en
lo que se proponen.
Por su madurez se sienten a veces
descolocados con respecto a su grupo social, familia y amigos pues tienen
dificultad para entenderlo.
Siguen a su corazón y con gran
intuición se muestran humildes para poder transmitir su conocimiento y
sabiduría.
No tienen miedo a nada y siempre están
dispuestos a ir de viaje, con su equipaje preparado.
Podrá ser un pionero en la producción
agrícola, sabrá compartir su prosperidad con los más allegados, aunque puede
atribuir su éxito a la suerte, agradece
siempre a Dios por todo lo que consigue.
Cahetel: “La derrota de Belial”
Las acechanzas del mal se extendían
por toda la tierra. Era como luna imperceptible brisa que lentamente iba
contaminando todo cuanto encontraba a su paso. Aquellos que respiraban su
nauseabundo hedor, quedaban prisioneros de su hechizo y se encontraban perdidos
en el laberinto de la pasión.
Así fue como las huestes de las
tinieblas, un terrible y poderoso ejército, reclutaban día a día nuevas
fuerzas. Eran expertos y hábiles seductores, y sus cantos siniestros ahogaban
el compás melodioso de las dulces armonías.
Así estaban las cosas en aquellos
tétricos días, y sin embargo, aún existía un rincón olvidado de la tierra donde
no había llegado la mano destructora de las tinieblas.
-
El mundo es nuestro, y el poder que poseemos es inmenso. Dominaremos los
Elementos y el Fuego, El Agua, el Aire y la Tierra, así como todo ser viviente
tendrá que arrodillarse a nuestros pies.
Era el príncipe de las legiones
infernales, que en su deseo desenfrenado de hacer el mal había tentado al
hombre, y este había cedido a su seducción.
Aquella victoria le hacia sentirse orgulloso,
casi un Dios, pero aquella celebración no duraría mucho, pues las palabras de
su lugarteniente le amargaría las entradas.
-
Príncipe Belial, aun no dominamos toda la tierra -le dijo temeroso-.
-
¿Cómo? -grito cegado por la ira el malvado Belial-.
-
Existe una pequeña y humilde región en la comarca de Kehod. Es fértil y
prospera, pero sus habitantes no deben preocuparnos -contesto su servidor-.
-
Te equivocas, no debe quedar ningún alma que no sirva a mi trono. Ve y
ofrécele mis servicios. Pronto espero tu respuesta -le dijo amenazante Belial-.
Así fue como las tranquilas aldeas de
Kehob recibieron la inesperada visita de las legiones de las sombras. De
repente desplegaron su poder y quisieron extender su oscuridad sobre los
corazones de aquellas inocentes almas, pero aquel intento fracaso, pues una
extraña y poderosa aura les protegía.
-
No es posible -murmuro el fiel servidor de Belial-, nuestros hechizos
nada pueden contra su voluntad.
Fracasado, regreso hasta su cuartel
general en las profundidades de los abismos y conto lo sucedido a su jefe y
señor.
La noticia desencadeno la rabia y la
cólera de Belial, y fue tal su decepción que las profundidades de la tierra se
quebraron de dolor.
-
Invoco a las Salamandras, espíritus del Fuego infernal, a las Ondinas,
espíritus de las Aguas putrefactas y a los Elfos, espíritus de las plagas
devastadoras. Os invoco en el nombre de Satán nuestro Señor. Derramad vuestra
maldad sobre la tierra de Kehob y que sea pasto de la destrucción.
Y aquellos elementales tomaron vida y
sirvieron al príncipe Belial. Sin embargo, en la región de Kehob también se
elevo una invocación. Era Cahetel quien lo hacia implorando la bondad de Dios,
el Supremo Creador.
Las Salamandras provocaron su fuego,
las Ondinas contaminaron las aguas y los Elfos invadieron los campos con plagas
de insectos, pero del cielo y a la voz de Cahetel, las aguas puras de Hochmah
cayeron poniendo fin a aquel intento fallido de destrucción.
Ese aquel día el poder de Belial
disminuyo, y poco a poco, otras aldeas imitaron a las almas puras de Kehob, y
pronto el mal se retiró.
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