Nombre: Lauviah “Dios Admirable”.
Coro: Tronos, Ángeles al servicio de
Binah-Ley.
Lo que otorga:
Retorno de antiguos afectos; reanudación
de antiguas amistades.
Dormir bien por las noches, vencer el
insomnio.
Revelaciones oníricas.
Inspiración para ejercitar en el
periodismo, la literatura, la filosofía, la poesía..
Discernimiento de lo falso.
Lección: Superación de traumas y
deudas del pasado.
Planeta: Urano.
Sefiráh: Jojmá.
Horario de regencia: de 5: 20 a 5: 40
horas.
Se lo invoca para:
Generar amistades profundas.
Revelarnos el significado de los
sueños.
Obtener talento artístico y literario.
Ayudarnos a salir de los tormentosos
espirituales y la tristeza.
Dormir bien.
Tener compresión de las ciencias
espirituales.
Cita bíblica:
Me sacó de la fosa de la muerte, del
lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme.
Salmo 40:2
Los nacidos bajo su regencia:
Tiene habilidad para entender mensajes
y revelaciones simbólicas. El mundo astral se
manifiesta a través del inconsciente, ocurriéndoles visiones,
premoniciones o imágenes de los mundos superiores. Sus facultades psíquicas son
manifestadas a través de pequeños detalles, como la música, la poesía, la
literatura o en la filosofía. A través de la nobleza de carácter su espíritu
irradia una luz muy intensa interiormente. Sabe que su parte analógica es capaz
de conseguir todo lo que quiere, principalmente cuando el pedido es hecho por
alguna otra persona. Lo que sueña realizar se torna realidad. Podrá ser el
pilar de su familia o un gran apoyo en donde trabaja. Sus cosas materiales serán
conseguidas a través de mucha lucha, hasta a veces con sufrimiento. Tendrá una
reacción agradable y cordial, reconfortante con las personas más próximas.
Entenderá la tristeza, pues sabe conocer los mecanismos interiores del ser
humano. Gustará de la Cábala y de la filosofía. Será una persona culta.
Lauviah: “El rey que no podía dormir”
Vago era un rey caprichoso y holgazán.
Tenía tantas riquezas que jamás se había preocupado por saber cómo se ganaban
la vida los demás. Nunca salía de su castillo y cuando deseaba conocer algo,
tan solo tenía que levantar su cetro y los hombres más sabios del palacio se
presentaban ante él.
-
¿Qué tal día hace hoy querido sabio? -preguntó el rey mientras sus
sirvientes le ayudaban a levantarse de la cama-.
- Hace un día espléndido, Majestad, tal vez
quisiera aprovechar tan inmejorable ocasión y visitar vuestros dominios. El
pueblo desea conoceros.
-
Me aburrís con esas pretensiones querido sabio -respondió el rey con
gesto intolerante-. Haré una cosa mejor, proclamaré un edicto anunciando un
gran banquete en mi honor. ¿Qué os parece la idea mi fiel amigo?
-
Excelente, excelente sin duda Majestad -contestó inteligentemente su
acompañante-.
-
Bien, pues empezad. Haced publico mi mensaje.
De este modo fue como Vago decidió
reunir a su pueblo en el castillo. Y no tardó en llegar ese día. Todo estaba
preparada, y el rey se engalanado con sus mejores galas para aquel momento. Uno
a uno fue recibiendo a los personajes más importantes de su reino y cuando todo
parecía que iba a ser un éxito, algo vino a enturbiar el festejo.
-
Novo, extranjero y príncipe de las Tierras de las Sombras -anunció el
maestro de ceremonias-.
Todos los presentes dirigieron sus
miradas hacia el recién llegado y quedaron sorprendidos por lo que estaban
viendo.
-
Os saludo, rey Vago, he venido de muy lejos para que paguéis lo que me
debéis -dijo el misterioso príncipe-.
-
¿Lo que os debo, decís? Acaso nos conocemos? -preguntó burlonamente el
rey Vago-.
-
Yo soy vuestra sombra, esa sombra que durante tantos años habéis
sembrado en vuestro reino. Hoy que me habéis llamado, aquí estoy para
complaceros.
El rey palideció, y desde aquel día y
durante muchas noches el soberano no pudo dormir pensando en el precio que
debía pagar por sus errores, su propia vida.
Muy cerca de allí, en su propio reino,
vivía un hombre muy sabio al que todos conocían por Leuviah. Fue por este
motivo que el rey lo mandó a llamar, pues deseaba conocerle.
-
¿Qué debo hacer? -preguntó el rey-.
-
Dejad de ser caprichoso y holgazán, y la luz disipara vuestra sombra -le
contestó el anciano-.
-
Si eso es cierto, he de intentarlo.
Y así fue como Vago libro una fuerte
batalla entre la muerte y la vida, venciendo esta última, pues desde aquel día
ningún capricho ocupo su mente.
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