martes, 3 de junio de 2014

Ángel Sitael 12 de agosto

Coro: Serafines, Ángeles al servicio de Kether-Voluntad.Angel
Lo que otorga:
·       Acceso a empleos superiores con responsabilidad ejecutiva.
·       Poner fin a las adversidades.
·       Protección contra las armas y las fuerzas del mal.
·       Para ser fiel a la palabra dada y no rehuir los compromisos..
·       Protección contras las tendencias hipócritas, contra la ingratitud y el perjurio.
Lección: Disolver los enfrentamientos y las tempestades causadas por el odio humano. Fidelidad a lo esencial, no cayendo en apoyar una tendencia en detrimento de otra.
Nombre en latín: Deus Spes
Significado: Dios de la Esperanza
Planeta Neptuno.
Sefiráh: Keter.
Horario de regencia: de 0:40 a 1 horas.
Se lo invoca para:
·       Calmarnos ante las adversidades.
·       Poseer magnetismo personal.
·       Protegernos en accidentes de automóviles, asaltos.
·       Darnos fuerza y voluntad ante nuestros compromisos.
·       Pedir protección ante todo tipo de ataque.
Cita bíblica:
Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio,
mi fortaleza, el Dios en quien confío.
Salmo 91:2
Los nacidos bajo su regencia:
Sabe que tiene mucha suerte y por eso tiene la posibilidad de realizarse financieramente. Está siempre en actividad, luchando por su ascenso. No consigue por orgullo pedir favores a nadie. Es un trabajador solitario. Es bonito interna y externamente. Por su fuerte carisma atrae la atención de las personas. Respira vida y vive cada día de una manera especial. No le gusta la palabra destino por hallarlo muy cómodo. Tiene alma elevada y gusta detener muchos amigos a los cuales generalmente les da consejos precisos. Tiene mucho criterio comprendiendo fácilmente todas las situaciones que la vida le da. Generalmente perdona a quien intenta perjudicarle. A veces se muestra un poco inhibido sin motivo, pues conoce todas las experiencias que el mundo ofrece. Es un gran transformador protegiendo e incentivado a personas de ideas nuevas. Tiene gran simpatía y gentileza. Adora las fiestas, banquetes, celebraciones y es reservado en la forma en que se viste. Dice lo que piensa porque no sabe ser disimulado o actuar de forma dudosa. Tiene muchos recuerdos de cosas que no fueron vividas en esta encarnación, que generalmente aparecen de forma de sueños. El objetivo de su personalidad que concuerda con su alma será su nobleza.
Es el serafín que acude frente a las adversidades que sorprenden a sus protegidos. Sitael ayuda en momentos de peligro como accidentes, ataques por violencia o robo. Su ayuda aísla a la persona de la calamidad, manteniéndola “por milagro” a salvo. A través de la fuerza que ejerce la capacidad humana de perdonar, es posible mantener a Sitael cerca, beneficiándose con la amorosa cobertura de sus alas protectoras. El rencor y la maledicencia, obviamente, espantan a esta sensible criatura.

Sitael: “El Sabio Constructor”

Por tres veces consecutivas lo habían intentado, pero seguían sin poder conseguirlo…
-   Lo siento Majestad -se excusó el contrariado arquitecto-, todo es un misterio, por mucho que lo intentamos, lo que en la luz construimos, en las tinieblas de la noche es destruido.
-  No, no puedo creerlo. Mientras que vosotros jugais a ser dioses, mi hijo se está muriendo de tristeza -grito el rey enfurecido-.
Quizá tuviera razón para estarlo, pues su único hijo, el príncipe Aquin, era víctima de un terrible mal que le había sumido en una profunda pena. Desde hacía tres años nadie había tenido la dicha de verle sonreír, y todos desconocían la razón que le llevo a aquel melancólico estado.
Su padre, el rey Kebin, sumido en la desesperación, pensó que tal vez si le construía una ciudad y la habitaba con los mejores magos de reino, quizá Aquin recuperase de nuevo la alegría.
Pero tras muchos intentos, y de un modo misterioso por cierto, los arquitectos que hasta ahora lo habían intentado, fracasaron a pesar de muchos esfuerzos. Por ese motivo, el Soberano estallo en ira, pues no comprendía lo que estaba pasando. Tenía enemigos secretos y el desconocía donde podía encontrarlos.
Si pudiera averiguarlo -pensó-, les haría arrepentirse de lo que estaban haciendo. Kebin aumento la vigilancia y se dijo que nadie podría burlar a la guardia en aquella noche.
Sería una noche larga, muy larga. No lograba conciliar el sueño, no podía alejar de su mente aquellos rabiosos pensamientos. Pero pronto se daría cuenta, de que a pesar de sus preocupaciones nada cambiaria al día siguiente.
-  ¡Majestad….! ¡Majestad…! -gritaba su consejero sin que le quedase apenas aliento-, no os lo creeréis, pero todo lo construido ha sido derribado.
Tan solo un gesto amargo y un ademan de impotencia se dibujaron en el rostro del apenado rey. Ya no sabía qué hacer, lo habia intentado todo.
Pero esta historia no puede tener un triste final, y para evitarlo, llego al reino un misterioso viajero, el cual decía llamarse Sitael y ser un hábil arquitecto. Esta noticia llego hasta el rey Kebin quien mando buscarle de inmediato.
-    ¿Decís que sois un buen arquitecto? -le interrogo el Soberano-.
-   No soy yo quien puede dar testimonio de mi arte, sino mis obras Señor -contesto seguro de sí mismo el recién llegado-.
-    ¿Creéis que podréis construir una ciudad que pueda dar cobijo a la felicidad y a la alegría?, mi único hijo se está consumiendo en los fríos brazos de la tristeza -pregunto con tono esperanzador el rey-.
-    Podré hacerlo si Vos me ayudáis, Majestad -replico el enigmático arquitecto-.
Aquellas palabras pusieron en guardia al Monarca, quien muy extrañado le dijo:
-    Sabed que yo desconozco el divino arte de la construcción. Siendo así, ¿cómo podre ayudaros?.
-    Tan solo Vos podréis evitar que los pilares que han de sostener a la ciudad sean sólidos y no quebradizos.
-    ¡No os entiendo! -exclamo muy aturdido el rey-.
-    Si mirando en vuestro corazón encontráis la solidez del amor, entonces nada debemos temer, pero si hayáis tan solo un sentimiento de odio, rencor, del quebradizo poder de las tinieblas, entonces la obra perecerá en manos de esta fuerza -explico Sitael-.
El rey Kebin no pudo mirar a los ojos de aquel extraño viajero. Reconocía en sus palabras una vedad que le consumía. Él era entonces el único responsable, el que impedía levantar los pilares de la ciudad de la alegría, del amor.
Desde aquel día todo cambio. El rey perdono a cuantos habían sido sus enemigos, y de inmediato, como por arte de magia, pudo comprobar como las murallas de la ciudad se elevaron sólidas, poderosas hasta el cielo, dando cobijo al elixir de la felicidad, donde su hijo encontraría para siempre una maravillosa paz.


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