Nombre: Achaiah: “Dios bueno y
paciente”.
Coro: Serafines, Ángeles al servicio
de Kether-Voluntad.Ángel
Lo que otorga:
Paciencia para soportar las
calamidades de la vida.
El descubrimiento de los secretos de
la naturaleza.
Descubrir el sentido de la vida cuando
se ha perdido la fe en todo.
La capacidad de innovar y de ver lo
que está más allá de los hechos probados.
Para combatir la pereza, la
negligencia y la despreocupación.
Lección: Vencer las verdades
convencionales.
Planeta: Neptuno
Sefiráh: Keter
Cita bíblica:
El Señor es clemente y compasivo, lento
para la ira y grande en amor.
Salmo 103:8
Los nacidos bajo su regencia:
Son personas muy espirituales pero a
la vez tienen los pies en la tierra. Miran el horizonte pero tiene la mente en
las estrellas.
Aunque no tenga instrucción formal,
tendrá conocimientos que lo convertirán en una persona influyente. Estará
siempre atento a las oportunidades que la vida presenta y a través de su
intuición sabrá aceptar riesgos y sortear peligros.
Es obstinado y tenaz posee una gran
habilidad para conocer todos los puntos de vista sobre las situaciones. Es altruista,
inmensamente paciente y comprensivo con todos. Se podrá interesar por
comunicarse con la naturaleza utilizando equipos ultrasensibles o al estudio de
las potencialidades del cerebro humano.
Achaiah: “La Magia de la Paciencia”
De todos los profesores del colegio,
Don Iván era el mas querido, y a pesar de que muchos le creían un poco loco
también era verdad que todos le consideraban su favorito.
No era un profesor como los demás, no,
él no era anticuado. Su modo de educar era muy distinto, tal vez para muchos
incluso excéntrico, pero lo cierto era que sus alumnos se sentían muy
satisfechos.
Pero si queréis, podéis comprobarlo
por vosotros mismos. Pasad conmigo a su clase y ocupad asiento, pero mantened
silencio, os lo ruego, pues eso sí, a Don Iván le gusta el respeto.
-
Queridos alumnos, buenos días a todos. Hoy estudiaremos el secreto de la
vida -explicaba Don Iván mientras paseaba entre ellos-. Veamos, tú mismo, que
crees que es necesario para que se produzca la vida? -pregunto a uno de sus
alumnos-.
-
Pues vera usted Don Iván, así de pronto, no sabría que contestarle -dijo
titubeante-.
-
Bien, y tú qué opinas -volvió a preguntar a otro-.
-
La vida, la vida, para que haya vida hay que estar vivo, ¿no Don Iván?
-contesto muy nervioso el consultado-.
-
Bueno, ya es algo- le dijo Don Iván queriendo animarlos-. Pero se me
ocurre una idea mejor. No habrá examen este mes, tan solo os pido una cosa,
quiero una respuesta a mi pregunta. Aquel que la conteste estará aprobado.
Todos asintieron contentos de no tener
que estudiar para el examen, pera antes de terminar la clase, Don Iván quiso
dejarles un consejo.
-
No creáis que os va a resultar fácil, así que llevad cuidado.
La clase agoto su tiempo y la mayoría
salieron corriendo, pues deseaban divertirse un rato. Tan solo la joven Achaiah
se quedó y no quiso desaprovechar aquella oportunidad en la que se encontraba a
solas con Don Iván para preguntarle algo que le preocupaba.
-
Don Iván, ¿puede contestarme una pregunta?
-
Como no pequeña, dime, ¿qué te preocupa? -contesto amablemente el
profesor-.
-
¿Como podemos llegar a saber aquello que desconocemos? -pregunto la
joven muy inquieta-.
Tan solo con paciencia, querida
Achaiah, tan solo con paciencia. No lo olvides jamás.
Aquellas palabras quedaron muy
grabadas en la mente de la joven Achaiah quien sentía una especial atracción
por conocer los secretos de la naturaleza. Era una enamorada de los misterios.
Pues bien, el tiempo paso sin prisa,
pero sin pausa, y el día en que debía entregar sus trabajos se aproximaba. Pero
este detalle parecía no importar a ninguno, pues apenas si habían prestado
atención a desvelar aquel misterio. Se habían despreocupado por completo, tan
solo se interesaron por jugar y divertirse.
Sin embargo, Achaiah se lo había
tomado en serio y cada día se dedicaba pacientemente a observar el crecimiento
de las flores. Había sembrado una semilla y vio como de la tierra nacía su
primer brote. Día a día comprobó que iba creciendo y cuando hubo alcanzado una
altura considerable, asistió al milagroso momento en que aquella hermosa flor
abría sus pétalos al sol.
Si, Achaiah había encontrado la
respuesta. Sabía lo que era necesario para que se produjera la vida. Ella
entusiasmada conto su experiencia a los demás, pero se rieron de ella, pues
como iban ellos a perder su tiempo viendo como una flor crecía.
Y llego el día señalado. Uno a uno
fueron consultados, y ninguno supo dar respuesta, pero cuando llego el turno de
Achaiah, ella si supo contestar. Don Iván la felicito y cuando ya se marchaba,
orgulloso de ella, le pregunto:
-
¿Cómo has podido encontrar la respuesta?
2 comentarios:
EXTRAORDINARIO
Gracias por la publicación y por su respuesta. PAZ Y BIEN
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