Ángel Mumiah 23 de octubre.
Atributo: Dios fin de todas las cosas.
Planeta: Luna.
Coro Angélico: Guardianes.
Sefiráh: Yesod.
Horario de regencia: de 23:40
a 24horas.
Se lo invoca para:
Protegernos contra operaciones mágicas
de las cuales no tenemos conocimiento.
Ayudarnos a tener flexibilidad en lo
emocional.
Proteger a pobres y sufrientes.
Ayudarnos a ver nuestras trabas
emocionales.
Los nacidos bajo su regencia:
Las personas nacidas bajo su
influencia serán célebres por sus descubrimientos maravillosos, descubrirán
secretos de la naturaleza y siempre tendrán palabras de fuerza y coraje contra
la maldad y la injusticia. Gusta de los cambios porque son renovadores, siempre
reformulan su forma de pensar. Detesta las cosas ilusorias y siempre estará
ayudando a las personas que salen de estados opresivos o deprimentes. Buscan
incesantemente la verdad para alcanzar una situación más objetiva de la vida.
Estará dotado de una fuerza superior, pudiendo desencadenar acontecimientos
para sí y los demás que necesiten de su iniciativa. Batallará por ideales y
trabajará en forma magnífica reservando una especial atención al estudio de las
leyes. Atraerá riqueza y poder a través de sus palabras y será un profundo
conocedor entre la relación del macro microcosmos.
Cita bíblica:
¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila,
que el Señor ha sido bueno contigo!
Salmo 116:7
MUMIAH: ‘SIN MIEDO A LA MUERTE’
Muchas experiencias de la vida son
duras, pero ninguna lo es tanto como la pérdida de un ser querido, y sin
embargo, esta opinión que es muy popular no parecía ser compartida por Yesod,
la Joven Yesod, que en aquellos momentos se despedía de su amado abuelo, el
anciano Mumiah.
-No debes estar triste pequeña, la
tristeza no es buena para el corazón, y además envejecerás antes.
Eran las palabras de un moribundo que
luchaba por no dejar una huella amarga en el recuerdo de la joven.
- ¿Cómo puedo estar feliz cuando te
estas muriendo? -contesto con desolación Yesod, al tiempo que hacia un
desesperado intento para no llorar -.
-Hija mía, he vivido 72 años y me
siento orgulloso de ello. La vida es hermosa, pero tan solo es un reflejo de la
belleza que le aguarda allí donde voy. Soy feliz porque he cumplido con mi
trabajo y ahora como un fruto maduro debo dejar esta tierra para renacer en
otra.
-Pero abuelo, como puedes estar tan seguro
de lo que dices? -pregunto angustiada la Joven -.
-Ja, ja, ja -sonrió dulcemente el
anciano -, los años hija mía, los años nos hace sabios, acaso la naturaleza
entristece cuando uno de sus árboles da sus frutos maduros a la tierra?. No,
todo lo contrario, se enorgullece, pues ese fruto lleva una nueva semilla y
será con su muerte que le permitirá renacer, brotar y crecer, convirtiéndose
nuevamente en árbol. Lo entiendes pequeña? Todo en la vida sigue esa ley de
renacimiento y cambios.
La joven Yesod quedo pensativa.
Aquellas palabras habían despertado su conciencia y ahora veía las cosas de
distinta manera. Amaba a su abuelo, y sin embargo, ahora no se sentía infeliz
por su marcha, estaba segura que allí donde renaciera todos estarían encantados
de recibirle.
Los años pasaron y aquella joven
creció siguiendo los consejos que tan sabiamente le había legado el anciano.
Desde aquel día, Yesod se prometió que no desfallecería en su empeño de
compartir con los demás la inmensa riqueza que había heredado de su abuelo.
Cierto día, y de manos de la
desgracia, estallo una guerra. Durante siete sangrientos días, los pueblos se
arrasaron y los campos quedaron devastados.
El sufrimiento, el dolor y la
desolación eran la única atmosfera respirable y se hacían ya tan insoportables
que muchos buscaron refugio en el suicidio.
Yesod también era víctima de aquella
situación, pero su actitud era muy distinta. Saco coraje de donde podía haber
flaqueza y se entregó por entero al servicio de las necesidades.
Eran tantos que apenas si le quedaban
fuerzas para atenderles a todos, pero no desfallecía, el cansancio no conseguía
abatirla, y gracias a sus infatigables esfuerzos, muchos enfermos encontraban
alivio, y aquellos que cegados por la desesperación quisieron quitarse la vida.
Pronto cambiaron de opinión, pues las sabias palabras de Mumiah, el noble
anciano, se habían renovado con más fuerza en el espíritu de Yesod, que se
convertiría en una sublime luz que alumbraría sus vidas.
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