lunes, 28 de julio de 2014

Ángel Poyel 18 de diciembre.

Atributo: Dios sostén del universo.
Planeta: Mercurio.
Coro Angélico: Arcángeles.
Sefiráh: Hod.
Horario de regencia: de  18:20  a 1 8:40 horas.
Se lo invoca para:
Tener fama cuando difundimos grandes filosofías.
Tener fortuna en general.
Ayudarnos a vencer demandas.
Los nacidos bajo su regencia:
Los nacidos bajo esta influencia serán estimados por todos debido a su modestia y humor agradable. Su fortuna será obtenida gracias a su talento y buena conducta. Considera obtener casi todo lo que desea y estará siempre empeñado en aprender y conocer todas las cosas del mundo. A pesar de su experiencia modesta y frágil luchará por colocarse en una posición socio económica favorable y así obtener reconocimiento por sus talentos, pudiendo ser reconocido en todo el mundo. Es abierto a todo lo que sea símbolo de vitalidad generosidad. Sabrá balancear la razón con la pasión, cree en la salvación de las personas por el amor y estará listo a ayudar a todos. Trabajará siempre de acuerdo con una filosofía espiritualista y Angélica. Optimista, sabrá enfatizar las cualidades positivas de las personas y de las situaciones. Con su encanto iluminará la vida de todos los que se le acerquen.
Cita bíblica:
Los ojos de todos se posan en ti, y a su tiempo les das su alimento.
Salmo 145:15
POYEL: ‘UN AMIGO PRESUNTUOSO’
Desde muy pequeños sus vidas siempre habían estado muy unidas. Crecieron y jugaron juntos y de esta forma forjaron una sólida amistad.
Pero los rostros del destino no siempre nos sonríen, y un buen día, Neyes tuvo que decir adiós a su inseparable compañero Poyel.
La distancia y el tiempo fueron inquebrantables y poco a poco aquel ardiente afecto que un día les unió se fue apagando hasta llegar a fundirse en un vago recuerdo. Era lo único que quedaba de una relación que al igual como floreció, murió.
La vida continuaba y Poyel no perdía el tiempo. Había estudiado duro y la fortuna le recompensaría sus esfuerzos.
Fue el numero uno de su promoción y había conseguido ganar la confianza de todos sus compañeros, los cuales le buscaban constantemente para que les aconsejase. La fama y reputación antecedían al joven Poyel donde quiera que iba, sin embargo, jamás nadie pudo observar en él una muestra de orgullo, ni de vanidad por sentirse tan admirado.
Lo que más elogiaban de él, era precisamente su constante modestia y su moderado comportamiento.
Acababa de aprobar los estudios y ya era un flamante profesor de filosofía. Tan solo le quedaba poder ejercer su carrera y la providenc1a puso a su alcance la posibilidad de conseguirlo, pero para ello debía competir con otro candidato que al igual que el se presentaba para ocupar ese puesto.
Poyel trabajó incansablemente para elaborar un buen proyecto de presentación. Durante años había investigado y ahora tenía la oportunidad de dar a conocer sus trabajos.
Pero el destino vino a traerle una vez más una nueva sorpresa. No podía apenas creerlo. Jamás pensó que la vida le jugara aquella mala pasada. Tenía que competir con Neyes su inseparable amigo de infancia. Casi no le reconocía, pero aquello no importaba lo más mínimo, pues celebraron aquel inesperado reencuentro con un emotivo abraso.
Las próximas horas la pasaron juntos. Recordaron los días de su infancia y rieron algunas de las travesuras que entonces protagonizaron. Pero ambos sabían que tenían que hablar del tema profesional y temían que aquella felicidad se enturbiara.
- Mi buen amigo Poyel, debemos olvidar nuestra amistad. Estoy decidido en ocupar ese puesto, mi vida depende de él. Debo pedirte que no te presentes, estoy dispuesto a hacer lo que sea para conseguirlo y lamentaría mucho tener que desafiarte –dijo fríamente Neyes -.
Aquellas palabras llevaban verdadero hielo y una profunda carga de ambición.  Poyel no podía dar crédito a lo que su viejo amigo había dicho y apenas si podía hablar, pues sentía como un fuerte nudo le oprimía la garganta.
- ¿Pero cómo es posible que hayas cambiado tanto? -confeso el joven muy contrariado -.
- La vida es dura amigo mío, y tan solo sobreviven los más fuertes -contesto sarcásticamente Neyes, al tiempo que se alejaba de el -.
Al cabo del tiempo, ambos recibieron una carta del Ministerio en respuesta a su solicitud, y fue Poyel el elegido para ocupar el puesto de trabajo.

A pesar de las artimañas utilizadas por Neyes, de nada les sirvieron, pues al final la providencia supo premiar al que verdaderamente merecía conseguirlo.

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