Atributo: Dios paciente.
Planeta: Marte.
Coro Angélico: Potestades.
Sefiráh: Gueburá.
Horario de regencia: de 9: 40
a 10 horas.
Se lo invoca para:
Tener paciencia cuando estamos muy
ansiosos.
Tener buena relación entre padres e
hijos.
Que guíe a nuestro médico o cirujano.
Protección del reino animal.
Los nacidos bajo su regencia:
Aspecto evolucionado: es
extremadamente justo y vive en armonía con su universo. Tiene una especie de
súper protección de su ángel, gracias a esto tendrá una confianza absoluta en
sí mismo y luchará siempre por grandes ideales. Amará a los animales, a la naturaleza
y a los hombres con gran sinceridad. Tendrá conocimiento general de todas las
áreas y estará siempre re evaluando las situaciones en busca de una visión más
objetiva. Gracias a su ángel tendrá victoria y éxito alcanzando la realización
en todos los sentidos, pero debe a ejercer su libre albedrío al elegir su línea
de destino.
Cita bíblica:
Tú, Soberano Señor, has sido mi
esperanza;en ti he confiado desde mi juventud.
Salmo 71:5
OMAEL: ‘DESEANDO LA VIDA’
Sin duda alguna, aquél día sería un
día glorioso que se recordaría siempre en el tiempo.
La unión de Hesed, príncipe de las
tierras de la abundancia, con Netzah, heredera de las tierras de la belleza,
habla sido muy deseada y a todos complacía.
Desde pequeños, ya se había concertado
por los padres aquella boda real, y eran muchos los que esperaban que de
aquella relación naciesen ricos y hermosos frutos.
Hesed era bien conocido por su bondad
y Netzah era venerada por su asombrosa belleza. La fusión de ambos reinos
permitiría a todos vivir en una tierra que muchos comparaban a las del Paraíso.
La alegría rebosaba en los corazones
de todos, y la dicha se contagiaba de unos a otros, y muy pronto no quedo alma
que no se sintiese embriagada por aquella plenitud.
El tiempo pasó y todo crecía sin limitaciones,
los campos florecían y se recogían abundantes cosechas. Se respiraba armonía y
salud, y la prosperidad seguía aumentando día a día.
Pero a pesar de todos aquellos dones
de la tierra y del cielo, una sospecha fue creciendo poco a poco como una
extraña sombra, y sin poder evitarlo nadie, adquirió tal dimensión que acabo
con la felicidad de los jóvenes monarcas.
Para todos era un misterio. Se
preguntaban qué terrible mal padecían sus soberanos para que la alegría hubiese
desaparecido de sus vidas.
Era tanta su inquietud que decidieron
nombrar un emisario que fuese a informarse a palacio.
-Majestades -saludo cortésmente el
emisario -, he sido nombrado delegado por el pueblo para transmitiros nuestra
preocupación al comprobar vuestra actual tristeza. ¿Cuál es la causa de esa aflicción? Si
miramos al Norte, vemos fecundidad. Si miramos al Sur, vemos riquezas, si
miramos al Este, vemos Luz, y si miramos al Oeste, vemos vida. ¿Qué podemos
desear más? -pregunto desconcertado el delegado -.
Amigo, cada semilla florece en
nuestras tierras y da sus frutos, y ello es motivo de alegría para todos, sin
embargo, mi semilla no florece ni da frutos en el vientre de la reina. Daria la
mitad del reino, si a cambio. La reina fuese madre -expreso con tristeza el
joven rey -.
-Pero señor. Vuestros pensamientos
sombríos son como el granizo que cuando cae en la tierra impide a la semilla
florecer. ¿Acaso no conocéis la magia del sabio Omael? -advirtió el sorprendido emisario -.
-Tenéis razón mi buen amigo, nuestros
pensamientos son semejante al granizo, pero dime, quien es Omael? -interrogó
muy interesado el rey -.
-Es uno de los ancianos más sabios de
la región. Su poder atraer las Fuerzas de la Vida y las mujeres que son
estériles, vuelven a ser fecundas.
-Pues siendo así, te ruego hagas
llegar mi petición a tan noble sabio. Pedidle que la reina necesita de sus
cuidados.
La reina recibió la visita del preciado
anciano y siguiendo las instrucciones de este, tomo al amanecer cada mañana y
durante 9 días, aguas puras del manantial. Al final de este periodo su vientre
era fértil para poder engendrar.
La sabiduría de Omael y los deseos
intensos de dar vida de los reyes, hicieron posible que la alegría volviese a
reinar en la rica comarca de Hesed-Netzah.
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