Nombre: Mahasiah. “Dios Salvador”.
Coro: Serafines, Ángeles al servicio
de Kether-Voluntad. Ángel
Lo que otorga:
Vivir en paz con todo el mundo.
Capacidad para conocer las altas
ciencias, la filosofía oculta, la teología.
Aprender todo cuanto se desea con
facilidad. (Exámenes y oposiciones).
Para mejorar el carácter y alcanzar
una mayor belleza física.
Para combatir las malas cualidades de
cuerpo y de alma.
Lección: Liquidar las deudas pendientes
que nos unen a los compaqeros de ruta en el pasado.
Planeta Neptuno
Sefiráh: Keter
Los nacidos bajo su regencia.
Aprenderá todo fácil y rápido,
inclusive idiomas porque trae recuerdos de vidas anteriores. Estará siempre
transformando, creciendo y muriendo en otras áreas, tanto en la vida
sentimental como en la profesional. Es dotado de gran equilibrio interior,
sentido de justicia, generosidad y sabiduría. No medirá fuerzas para
crecimiento espiritual tanto suyo como de su familia. Actúa siempre de acuerdo
a las leyes sociales o humanas. Es un ejemplo de virtud y su aura puede ser
claramente vista entre los hombros y la cabeza. Su verdad está en la razón
lógica abortada a través de los estudios de filosofía. Tiene facilidades en
trabajar con ceremonia mágicas, para convocar fuerzas espirituales y
comunicarse con los ángeles y será un portal del reino angélico. Le gustará
siempre estar en centros de meditación, conferencias, congresos y seminarios
espirituales. Pero conserva siempre la conciencia cuando practica la
espiritualidad. Servirá exclusivamente a su verdad que es la de su Dios. Tendrá
tendencia a vivir en forma suntuosa, su casa por hacer ampliar, clara,
confortable, repleta de flores y objetos simbólicos. Probablemente contará con
una gran biblioteca.
Cita bíblica:
Radiantes están los que a él acuden; jamás
su rostro se cubre de vergüenza.
Salmo 34:5
Mahasiah: “Vitriol, el elixir
regenerador”
Dejad que os cuente una hermosa
historia que en verdad es un secreto que ha permanecido oculto durante mucho
tiempo. Dejad que os la cuente, pues es voluntad del cielo que los misterios
sean desvelados.
Hace ya mucho tiempo, un rey de
estirpe divina y deseoso de poder, decidió viajar a otras tierras en busca de
fortuna.
Durante tres días surco mares y arribo
en tierras desconocidas. Llego a la isla del Fuego habitada por gigantescos
Titanes. Dejo atrás la isla de las Fuentes, donde las Ondinas danzaban alegres
entre las ondas del agua. Y conoció la isla del viento, donde los espíritus
encolerizados se mezclaban con la furia de los huracanes y los ciclones.
Pero en ninguna de estas islas logro
encontrar lo que buscaba con tanto empeño. Seria al cuarto día, que el vigía
anuncio la presencia de una nueva isla. En ella se respiraba paz y armonía, y
los corazones se embriagaban de una especia alegría.
El rey Mart se sintió atraído por
aquella tierra a la que llamo la isla de los Frutos. Decidió descansar unos días
del fatigoso viaje y recuperar nuevas fuerzas, pues no desfallecería hasta
encontrar lo que buscaba.
A la mañana siguiente y sintiendo un
fuerte apetito, el rey Mart busco algunos alimentos entre los fértiles frutos
que crecían en aquellos árboles.
Entonces fue cuando la providencia
guio sus pasos hasta llevarle ante supremo árbol. No era como los demás, pues
sus hojas eran de oro y sus cuatro frutos, dorados. Tuvo el rey que cubrir sus
ojos, pues los rayos del sol se reflejaban en aquellos extraños frutos y
amenazaban con cegarle si no dejaba de mirarlos.
-
Ese debe ser el poder que está buscando. Jamás había conocido nada tan
hermoso -se dijo el rey muy entusiasmado-.
Pero cuando se dispuso a dar uno solo
paso una voz le ordeno:
-
¡Detente!, ¿cómo te atreves a alterar mi paz?
El rey quedo inmóvil. Miro a ambos
lado y no logro ver a nadie, y ello le animo a intentarlo de nuevo. Aquel árbol
tenía tan solo cuatro frutos y tres de ellos estaban muy elevados, tan solo
pudo tomar uno de ellos.
-
Has usurpado el poder de los Dioses, el fruto que tienes en tus manos aún
no está maduro, por ello serás maldito durante nueve años. Si al final de los
cuales no encuentras la Esencia Sagrada Vitriol, perecerás en manos de tu
propia ambición.
Pero aquellas palabras no convencieron
al rey Mart. Ahora el tenía el poder. Acababa de arrebatárselo a los dioses en
sus propias narices y aquello le convertía en más que un Dios.
Tras aquella conquista, el soberano se
sintió satisfecho y volvió de nuevo a su país. En él fue recibido como un héroe,
sin embargo a partir de aquel día todo comenzó a ir mal en el reino.
Durante tres lunas sufrieron el ataque
de pueblos extranjeros que codiciaban el poder que habían adquirido. La paz que
un día conocieron se fue fundiendo en el olvido, pues a las guerras sucedieron
las epidemias, plagas y otros males del destino.
Recordó el rey que aquella voz le
anuncio nueve años de calamidades y su propio final si no conseguía antes la
Esencia Vitriol. Consulto con los hombres más sabios y fue Mahasiah, el mago
que habitaba en la montaña del águila, quien le desvelo el lugar donde podía
encontrarlo.
Tras cinco años de búsqueda, el rey
Mart volvió a su reino al que encontró maldito, pero el ya no era el mismo. Había
pagado sus deudas con el destino vagando por los polvorientos desiertos. Había
pasado hambre y sed, pero ningún manjar podía saciar sus apetitos, al no ser
aquel que le permitiera recuperar su dignidad perdida.
Cuenta la leyenda, que el rey sano y
logro restituir a la tierra su inocencia primitiva. Devolvió aquel poderoso
fruto a su lugar de origen y la paz retorno de nuevo a su reino, que desde
aquel día se convertiría en un paraíso.
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